Tras comprender que el mundo real podría estar contenido en una mota de polvo que vuela por el infinito universo, aceptamos la invitación de Vértice 360 para ver el próximo éxito surcoreano: Concrete Utopia (2023). Con una multitud de éxitos que han llegado desde Corea de Sur en los últimos años, como son los casos de Oldboy (2003), Tren a Busán (2016) o Parásitos (2019), no es de extrañar que siempre haya alguna sorpresa que reúna todas las apuestas y la lancen en la carrera hacia los Óscar. Con grandes halagos en Toronto y Sitges, Tae-Hwa Eom presenta una reducción del mundo a través de una alegoría en la que no pierde el tiempo con minucias.
Concrete Utopia llegará los cines españoles el próximo día 2 de febrero de 2024. ¿Hemos temido nosotros la llegada de ese terremoto? ¿Ese cambio de escala ha servido para su objetivo? ¡Allé vamos!
¿Qué es mi edificio, mi tesoro? ¿Qué es mi comunidad, la libertar?
Un día llegó. Cuando nadie parecía preparado para resistir el embiste, un terremoto retumba y reduce a escombros la ciudad de Seúl. Los heridos y muertos se cuentan por miles. No hay lugar en el que se pueda sobrevivir. ¿Ninguno? No. Un pequeño edificio de apartamentos resiste y se erige como único emplazamiento donde existen unas mínimas condiciones para sobrevivir. Los dueños lo saben y no dudarán en intentar mantener aquel espacio como un territorio idílico. Pero, como en cualquier ensoñación, nada es lo que parece. Y aquella utopía pronto comenzará en volverse más oscura que cuando nació.
Con una sutil premisa, el director, que firma el guion con Lee Shin-ji, recrea de manera sobresaliente lo que se esta viviendo ahora mismo el mundo. A través de la dualidad existente entre «los propietarios» y «los supervivientes», podemos observar la diferenciación entre privilegiados y más necesitados. Ahí, se toma el tiempo para ir definiendo temas como el trabajo, la seguridad, la generosidad, la piedad o la mayor de las crueldades. Poco a poco, observaremos como las ideas más fanáticas rozan con el fascismo, abandonando toda cordura y demostrando la imposibilidad de la bondad dentro del ser humano. A pesar de este concepto tan destructivo (que se traslada a la pantalla), se permiten dejar una rendija abierta a través de la cual podemos vislumbrar un poco de claridad.
El ritmo es pausado, permitiendo que todo se vaya desarrollando de manera natural y orgánica. A pesar de poder imaginarnos el final desde los primeros minutos, es interesante ver cómo van avanzando las diferentes tramas. La tensión se hace una al sentir esa humanidad dentro de cada uno de los personajes, observando como van decayendo moralmente o manteniéndose dentro de los límites, aunque siendo mayormente hipócritas. Es en estas luchas de ideas cuando el espectador puede tener más catarsis, enfrentándose irremediablemente a sentirse atraído por uno u otro de los bandos. Al final, los lazos que relacionan esto con la realidad son los más poderosos y que conseguirá que más de uno salga dándole vuelta a ciertas ideas en la cabeza.
A pesar de ser un gran edificio y de existir gran número de escenas multitudinarias en las que el colectivo toma protagonismo, es cierto que la cinta acaba fijándose en unos personajes con más detenimiento. Por ejemplo, tenemos a Min-sung (Park Seo-joo) y a Myung-hwa (Park Bo-young), una joven pareja que habita en el bloque y que realiza una actuación sobresaliente. Su relación se pondrá a prueba por la división de ideas. El elemento más disruptivo y elogiado de todos es el personaje de Yeong-tak (Lee Byung-hun), un misterioso hombre sobre el que acaba recayendo el poder. Su representación de esa mezcla de matices entre casi guía y ejecutor lo convierten en alguien muy interesante. Al mismo tiempo, podríamos destacar a otros como Keum-ae (Kim Sun-young) o Hye-won (Park Ji-hu), cuyo personaje será determinante el final de la cinta.
El cemento que nos rodea y… ¿nos protege o nos encierra?
No es casual el título de la obra, estando la mayoría del tiempo alrededor de ese bloque de cemento. Es curioso el trabajo para mantener la homogeneidad en su exterior (excepto en cierto momento temeroso), con colores apagados y poco saturados. Esta gama llega a los personajes cuando acaban abandonando el lugar en busca de víveres (en el interior tienen una mezcla mayor). Es aquí donde se nota ese contraste entre la vida en el interior y el exterior, dejándolo bien marcado de un simple vistazo. Aquí es donde vemos el gran trabajo del equipo de vestuario y arte, que junto a los efectos especiales dan pesadumbre y terror a cada paso que los propietarios dan fuera del lugar.
Todo ello, el exterior e interior, acompañado de un diseño sonoro magnífico, que sabe cuando aumentar la tensión para que suframos, pero también nos permite ciertas pausas (a menos acompañadas con momentos más livianos). Por su parte, Kim Haewon reproduce esa dualidad a través de diferentes melodías que marcan el carácter de cada escena.
Conclusión
Es muy fácil echar un vistazo alrededor y comprender cómo en este mundo globalizado, donde las fronteras no son siempre un límite, somos los propios seres humanos los que nos empeñamos en encerrarnos en comunidades. Este concepto tan actual es recogido por el director y el guionista para crear esta alegoría en la que se nos presenta una historia de supervivientes, donde el que más tiene es el que cree que tiene la potestad para mandar sobre los demás. Con un gran desarrollo de personajes y con una curiosa evolución de ideas, el avance se realiza de manera paulatina, pero manteniendo siempre la tensión de lo que vendrá después. Todo el mensaje se ve reforzado por un buen trabajo artístico que acaba modelando todo el set donde los humanos se mueven.
Concrete Utopía (2024) llega a los cine de España el año que viene, el 2 de febrero de 2024. Te gustará esta película si eres de los que disfruta viendo obras bien construidas con fuerte carga emocional. También te gustará si ya aplaudiste, por ejemplo, Parásitos (2019).