Hemos tenido la suerte de hacer el análisis de Carrion para Xbox One, el primer lanzamiento de la desarrolladora indie Phobia Game Studio. Si lo vuestro es la sangre y la carnaza este juego es para vosotros.
La historia de Carrion está contada de una forma diferente. El hilo argumental del juego es confuso al principio, y el jugador se irá dando cuenta de que está situado en el nudo de la narración gracias a tres desconcertantes flashbacks –desperdigados por el mapeado– que son imprescindibles para comprender el final del título.
Cada escenario es un nuevo reto para el jugador y para el monstruo |
Con la acción situada in medias res, la trama de Carrion despierta al principio más preguntas que respuestas. Pero quien encuentre los tres flashbacks y llegue hasta el fin, entenderá más de lo que pueda parecer: todo tendrá sentido cuando el jugador contemple el cierre del título.
Merece la pena esperar hasta el último momento para conocer al completo la impactante historia de Carrion, que sorprenderá a más de una persona.
Jugabilidad
Carrion es un título hecho a sí mismo. Encarnando a una masa de carne y huesos que se mueve a su antojo por los escenarios, el jugador debe devorar y destruir a quien se cruce en su camino en unas instalaciones científicas enormes que tienen de todo: una mina de uranio, una base militar fortificada, unos jardines botánicos, un búnker subterráneo… Este complejo está repleto de varias clases de enemigos –tanto humanos como mecánicos– que debemos derrotar si queremos progresar a través del gran laboratorio.
Todas las mecánicas que pone en juego el título están conectadas entre sí. El avance por el mundo exige, de cuando en cuando, la resolución de puzzles que hacen pensar al jugador cada vez más y que requieren que haga completo uso de las habilidades –ofensivas y/o defensivas– de las que dispone hasta ese momento. La habilidad por excelencia es la capacidad de aumentar y reducir el tamaño de la masa de carne.
Con el progreso suficiente, el jugador aprenderá que el monstruo tiene hasta tres tamaños, cada uno con sus habilidades propias. El aumento o la disminución del tamaño es uno de los ejes en torno a los que están construidos los rompecabezas de Carrion, y se torna una mecánica imprescindible que siempre debe ser tenida en cuenta. Nuestro protagonista crecerá conforme devore humanos, pero se hará más pequeño si recibe daño o si depositamos biomasa –separando una parte del cuerpo del monstruo y dejándola en una crisálida recuperable– en los lagos destinados a tal efecto.
Los lagos en los que depositar las crisálidas de biomasa son clave para superar algunos puzzles |
Las físicas del título son realmente coherentes con los movimientos del entorno y del monstruo. Los objetos que pueden ser agarrados son enteramente destruibles, y uno de sus usos más útiles es el de un arma arrojadiza contra los enemigos.
El desmembramiento es uno de los puntos fuertes en cuanto a físicas: las partes cercenadas de los enemigos también están programadas consecuentemente, hasta el punto que pueden atravesar escenarios y colarse en otras pantallas si las empujamos o lanzamos.
El control del monstruo es, sencillamente, un lujo: el tamaño condicionará la velocidad a la que nos movamos por los escenarios, y complicará o hará más sencilla la maniobrabilidad del monstruo. Aún así, el control de la bestia en su máximo tamaño es ligeramente ingobernable en espacios estrechos y en giros cerrados: parece que tiene vida propia y decide recorrer un camino diferente al que le indicas con el stick izquierdo.
Pero nuestro protagonista no solo se vale de sus tentáculos para consumir seres humanos y progresar. Algunas de sus habilidades están diseñadas para acabar con nuestras presas, aunque otras sirven a un propósito diferente y nos permiten explorar otras áreas que anteriormente eran inaccesibles.
El backtracking es otro de los puntos fuertes de Carrion, ya que podemos aspirar a ser un perfeccionista y obtener todas y cada una de las nueve células de contención –cápsulas opcionales que dotarán a nuestro amorfo protagonista con mejoras de las habilidades ya disponibles– y completar al 100% todas las áreas del mundo.
El monstruo es una bestia imparable que deja su marca por donde pasa |
Las aproximadamente diez horas de juego de Carrion hacen gala de una transición muy débil entre dos estilos de juego diferentes. En ocasiones, la obra se torna en un título de sigilo que invita al jugador a planificar con mucha cautela su próximo movimiento y a conocer el entorno donde se encuentra como la palma de su propia mano; pero en otras circunstancias –aun con enemigos armados presentes– la situación te aboca a una pelea sin reglas que se soluciona mediante la fuerza bruta y el uso de las habilidades más destructivas del monstruo.
Los puntos de guardado están ubicados en lugares estratégicos y permiten al jugador llegar rápidamente al lugar en el que fue aniquilado. Además, actúan como un punto de sanación para el monstruo recuperando biomasa –esto es, aumentando su tamaño y salud– y dejándolo como nuevo para continuar su avance por el colosal laboratorio.
Gráficos y sonido
No es fácil escoger un estilo gráfico y sonoro para un «juego de horror inverso», pero los chicos de Phobia Game Studio han acertado de pleno.
El estilo gráfico es, sin duda, uno de los aspectos más llamativos del título. Con unos gráficos que recuerdan a otros como Blasphemous (2019), Carrion no se amilana a la hora de desplegar un auténtico espectáculo de sangre y de mitades de cuerpos humanos.
A pesar de no resultar tan impactante a los ojos del jugador como otros juegos con gráficos más próximos a la realidad, el mensaje que se quiere transmitir queda bastante claro: el monstruo es una bestia sin remordimientos que devora a quien haga falta. El estilo gráfico suaviza lo más crudo del juego y dota de un carisma especial al título pese a los sprites –especialmente en enemigos y presas– que se repiten a lo largo de todo el juego.
Sin duda, el área que más destaca gracias a esta elección gráfica son los jardines botánicos, un vergel de un color verde brillante que parece un remanso de paz en comparación con la escala de tonos oscuros que predomina en el resto de estancias y áreas.
El apartado sonoro es igual de brillante que los gráficos de Carrion. La banda sonora hace gala de un espíritu ominoso que sugestiona ligeramente a quien la escuche y encaja perfectamente con el conjunto del juego, aportando mayor tensión y sensación de estar jugando una película de terror conforme el monstruo progresa y avanza por las instalaciones científicas.
El resto de sonidos complementan y contribuyen igual que la banda sonora, pues los efectos se ajustan perfectamente a las acciones realizadas en pantalla: los gritos de las víctimas del monstruo, el runrún viscoso de sus movimientos…
Conclusión
Carrion es un buen título, perfecto para quienes buscan un reto divertido que combina mecánicas de acción y sigilo y unos rompecabezas que pongan a prueba su ingenio, todo ello bañado en un tinte carmesí sacado de la época dorada de los slasher y con un monstruo protagonista que recuerda a la mítica película The Thing (1982).
Si buscas algo complejo, largo y con muchos secretos, este no es tu juego. Además, si eres alguien sensible, mi recomendación personal es que no pruebes este título, quizá los niveles de intensidad gráfica sean demasiado para quienes son más sensibles a la sangre y la violencia explícita. Está disponible para PC, PlayStation 4, Xbox ONE y Nintendo Switch.
Lo mejor
– La novedad en la construcción del argumento y su giro final
– La dirección artística: los gráficos y la banda sonora son uno de los puntos fuertes
– La versatilidad del monstruo: diferentes habilidades para diferentes tamaños.
Lo peor
– El control del monstruo en su máximo tamaño es, algunas ocasiones, complicado
– El cambio entre sigilo y acción rápida es muy brusco y sin apenas transición; aunque depende del estilo que el jugador quiera imprimir a su partida
– La monotonía de algunas áreas pueden hacer que el jugador pierda el sentido de la orientación