Hemos tenido la oportunidad de ver El otro guardaespaldas 2, secuela de
esta divertida comedia de acción, protagonizada por
Ryan Reynolds (Deadpool), Samuel L. Jackson (Capitana Marvel) y
Salma Hayek (Los caminos que no escogemos). La película dirigida por
Patrick Hughes (Los mercenarios 3) también cuenta en su reparto con
Antonio Banderas (Dolor y gloria), Morgan Freeman (La última gran estafa) y Frank Grillo (Vengadores: Endgame).
¿Queréis saber qué nos ha parecido?
¡A tomar por c*** el año sabático!
Al ser una secuela directa, la cinta retoma los eventos donde acabaron
en la película pasada: la pérdida de la licencia de guardaespaldas de Michael
Bryce. Desde ahí, da forma a la trama que sirve de
hilo a todas las escenas de tiroteos, persecuciones y explosiones.
La película es un despliegue colosal de pólvora y balas, encajonada
dentro del magnánimo género blockbuster palomitero hollywoodense que
arrasa en taquilla. Tomando esa idea como punto de partida, es normal que
Patrick Hughes –director de esta película y de su precuela– haya
apostado por un continuismo casi absoluto tanto en guion como en la
construcción de personajes.
El guion de Tom O’Connor y de Brandon y Phillip Murphy es algo esperado
para una película de este calibre: ligerito en la trama, con un
humor básico que se
aleja del parámetro «para todos los públicos» con referencias directas
a las relaciones sexuales, humor físico –caídas y golpes–, referencias a la
cultura pop de la década de los ochenta, las bromas típicas del género de
acción y chistes que se repiten de una película a otra –como el de las monjas
o el del cinturón–.
El trabajo de guion no se acerca a la magia de Tarantino, pero
cumple con lo esperado: sabe conjugar de forma coherente y con una
correlación narrativa correcta un elenco de un calibre muy potente.
El quinteto del All-Star
Como se ha comentado antes, Hughes ha apostado –de forma acertada– por enfocar
la secuela siguiendo la estela de la primera: ¿si algo funciona, para qué
modificarlo?
Los personajes principales –héroes y villanos– son cinco en esta
ocasión, interpretados por actores y una actriz de renombre: Ryan
Reynolds, Samuel L. Jackson, Salma Hayek, Antonio Banderas y Morgan Freeman.
Después de muchos años viéndolos en diferentes producciones –con mayor o menor
éxito– esta es la
primera vez en la que Samuel L. Jackson y Morgan Freeman coinciden en una
película, compartiendo varias escenas y cumpliendo el sueño de miles de cinéfilos de
ayer y hoy. Dos iconos del cine, juntos por primera vez en la gran pantalla
después de más de treinta años. Se dice pronto.
Michael Bryce (Reynolds) y Darius Kincaid (Jackson) son los
mismos que en la entrega anterior. La única evolución apreciable es el
pacifismo surrealista –que se extiende casi toda la cinta y la alarga
innecesariamente en algunas ocasiones– al que Bryce se somete para
purgar el trauma que dejaron en él los eventos de la película pasada. Apelando
a la sinceridad, Reynolds parecía estar repasando su papel como
Deadpool; mientras que Samuel L. Jackson ha desempolvado esa
personalidad de mafioso palabrotero –pero menos malhumorado– que quedó para el
recuerdo en Pulp Fiction (1998).
El nombre de Salma Hayek basta para cuadrarse firme. Es una de
las grandes personalidades de Hollywood de los últimos veinticinco años que
representa un papel que se le queda corto. Es quizá, la
mejor actuación del quinteto protagónico. Derrocha energía y sabe
ajustarse al cambio de registro que le exige el guion. La única pega
que se le puede poner –no a ella, si no a su personaje– es que no pasa de ser
un estereotipo de mujer hispana palabrotera –bastante menos que
Jackson–, ultraviolenta y apasionada para lo bueno y lo malo.
La otra representación hispana corre a cargo de Antonio Banderas, más
acostumbrado en su última etapa a los papeles dramáticos. Habiendo dejado
atrás las comedias de acción en las que trabajó en los noventa –las dos
películas de La Leyenda del Zorro (1998, 2005) o
Desperado (1995), donde coincidió con Hayek–, se ha centrado en la
parte más «seria» del Séptimo Arte tanto delante como detrás de la cámara.
Por eso, el papel que interpreta Banderas sigue esa línea, es la
única nota discordante en el tono desenfadado por el que se rige la
película. Sus breves apariciones, con una
actuación sobria y contenida –algunos dirían que no tenía ganas de
actuar, algunos entienden que así es su personaje– salvo por dos momentos en
los que Banderas muestra enfado, es el contrapeso perfecto para una
montaña de personajes enérgicos e informales.
El personaje se le queda corto en todos los sentidos.
Poco se puede comentar de Morgan Freeman, actor reconocido por todos y
cuyo trabajo en la gran pantalla avala una carrera de éxitos en el cine. Su
personaje hace acto de presencia hacia la segunda mitad de la película, cuando
la trama se acelera y marcha cuesta abajo y sin frenos hacia su explosivo
desenlace. Apenas es posible ponerle pegas al trabajo de uno de los
actores más veteranos del mundo, que cumple sobradamente con el
cómodo papel que Hughes le asigna en esta película.
Luces, cámara y acción
Como en todas las películas del género, El otro guardaespaldas 2 goza
de una fotografía construida por y para las secuencias de acción que
llevan de localización en localización a nuestros protagonistas. Los
movimientos de la cámara mantienen pertinencia, sin extravagancias ni inventos
raros; aunque esos mismos movimientos hacen confusas algunas escenas en
una manía que es ya crónica en el género y que Hollywood ha
dejado enraizar desde que estas películas comenzaron a ser populares.
No obstante, es de alabar la claridad general con la que está montada
la cinta de Hughes. De hecho, el nivel de detalle es amplio –demasiado
en ocasiones– e incluso se puede apreciar con claridad los
efectos que las balas tienen en los cuerpos de los personajes que
aparecen en escena: la salpicadura de la sangre al impactar la bala, los
agujeros que dejan los proyectiles, las salpicaduras en el entorno…
La banda sonora no deja de ser un
complemento de las escenas, actuando como complemento ambientando
las escenas de acción y potenciando los mensajes visuales que lanza la
película; aunque es igualmente disfrutable para quienes deseen
valorarla por separado. La musicalización vuelve a correr a cargo del
compositor islandés Atli Örvarsson, que cumple con lo que se esperaba
de él desde la película de 2017. Su música irradia energía y ritmo y se
amolda perfectamente a lo que sucede en pantalla sin desentonar ni querer ser
más protagonista que los actores o que la imagen a la que está apoyando.
Que tenga un día Triple A
El otro guardaespaldas 2 es otra de tantas
películas de corte blockbuster que se producen en el cine de Hollywood,
rebosante de tiros, explosiones y persecuciones en casi todos los vehículos
imaginables, que reúne a un
elenco de reconocido renombre y prestigio cuya única intención es
divertir y entretener al espectador.
Hughes sabe que no optará a ningún premio de la Academia por esta cinta, y no
le importa. Se marca un objetivo claro –hacer que la gente se ría y vea escenas de acción y disparos con caras
reconocidas por el gran público– y lo consigue sin mucho esfuerzo. Buen trabajo en líneas
generales que muestra cómo deben hacerse este tipo de películas para atraer y
gustar al gran público.
Vértice Cine estrenará la película en las salas españolas el 16 de
junio, mismo día de su estreno en Estados Unidos.