Ipsen y Colin eran dos amigos que trabajaban en Treno. Un día Ipsen recibió una carta que estaba empapada de lluvia y casi no se podía leer. Las únicas palabras que pudo distinguir fueron «vuelve a casa”. Ipsen partió en busca de su hogar y Colin fue con él para ayudarle a vencer a todos los monstruos que encontraron en el camino. Algún tiempo después Ipsen cayó en la cuenta y le dijo: “yo buscaba mi hogar y por eso emprendí este largo viaje, pero tú ¿por qué viniste?». Y Colin respondió: “Porque tú dijiste que te ibas.»
Ilustración de Francis Tneh (Sktneh) |
Prepárense de antemano para que este análisis pueda resultar hiperbólico y muy exagerado (sobre todo podría parecerlo a los ojos de cualquiera que no sea gamer) ya que afirmo haber sentido escalofríos, emoción y una sensación apabullante de vitalidad con este videojuego. Final Fantasy IX (Hiroyuki Ito, Hironobu Sakaguchi) es un rpg con una historia, unos personajes y una estética alucinantes, ya que en su argumento alberga una moraleja final que parece extraída de un libro de filosofía, y algunos diálogos, parecen sacados de un recopilatorio de proverbios chinos: “Quien es fuerte de verdad no alardea, el halcón poderoso esconde las pezuñas”. Con una atmósfera inspirada en una especie de época medieval llena de fantasía, esta asombrosa historia habla sobre el amor, la amistad y la razón de la existencia. En definitiva, la búsqueda del por qué estamos aquí.
De toda la saga Final Fantasy puede que la novena parte sea una de las más infravaloradas (quizá por la incomprensión del mensaje final y el cambio de estética con respecto a otros juegos de la saga). No pretendo coronar Final Fantasy IX por delante de otros títulos como el VII, el VIII, o el X, estoy ensalzándolo por sus cualidades y otorgándole el reconocimiento que (indudablemente) se merece. La primera vez que jugué tenía nueve años y lo dejé en el tercer disco, hasta que lo retomé de nuevo tres años después y lo terminé. A pesar de que el juego me entusiasmó y de que Yitán Tribal ha sido mi personaje favorito de todos los personajes de cualquier videojuego -por su manera de pensar y por cómo afronta las dificultades- mi inocencia no me permitió entender cuál era realmente el tema principal del juego: la muerte.
Por eso, si te has pasado algún juego de esta saga de pequeño, te aconsejo que vuelvas a retomarlo desde tu madurez porque te percatarás de mensajes que antes resultaban invisibles. ¡Es como cuando ves una película de Disney de crío y se te escapan cosas que después sí comprendes! Por estos inconvenientes citados anteriormente, Final Fantasy IX ha sido etiquetado erróneamente como un juego «infantil» cuando en realidad es una historia que encierra una reflexión sublime sobre la razón de la existencia. La muerte ha sido -y es- inabarcable a nivel conceptual para la raza humana, y parte de todas las desgracias del planeta ocurren por el miedo a esta. Por eso, Final Fantasy IX es una alegoría sobre la levedad del ser y la fragilidad del tiempo. Hasta aquí la introducción, sujetaos que vienen los spoilers para adentrarnos en el juego.
Personajes de FFIX |
Yitán Tribal es un ladrón (miembro de la banda de teatro Tántalus) que viaja a la Ciudad de Alexandria por orden previa del Cid con el propósito de raptar a la princesa Garnet (que más adelante utilizará el pseudónimo «Daga» por un arma de Yitán). El rapto es en realidad un plan para que ella pueda encontrarse con el Cid, ya que su madre, la Reina Brahne, se está comportando de una manera extraña. Más tarde descubriremos que la propia reina será una de las causantes de la gran guerra que asolará a buena parte del mundo. Durante el inicio, descubriremos a Steiner (el comandante del Batallón Pluto que protege a la princesa) a Freija (la gran guerrera de Burmecia) y a Vivi (el misterioso mago negro). Más adelante conoceremos a Quina (una Qu que quiere probar todas las gastronomías del planeta) a Amarant (un solitario criminal) y a Eiko (una jovencísima invocadora que vive rodeada de mogurís).
A lo largo del desarrollo del juego, conoceremos los propósitos individuales de cada personaje y además su objetivo común para derrotar a los que están ocasionando una guerra. Descubrimos el pasado de cada uno de ellos y les acompañamos en su progresión, ya que sus arcos varían de principio a fin. Todos los personajes tienen un aprendizaje muy concreto, por ejemplo, durante el inicio conocemos a la princesa Garnet con una actitud insegura e infantil, que acaba convirtiéndose en una adulta segura de sí misma y capaz de elegir su propio camino. Una evolución simbolizada a través del corte de pelo que indica que, inexorablemente, los cambios emocionales también implican un cambio físico. Además, hay un gran espacio para el amor que sucede progresivamente entre Yitán y Daga, ambos con destinos radicalmente distintos (el de él encontrar su tierra natal, y el de ella reinar en Alexandria) pero enlazados por un vínculo difícil de ignorar, haciendo que el amor entre ellos acabe convirtiéndose en algo tan puro como paradójico, ya que no culmina durante el juego, sino al finalizar este (a pesar de que continuamente están hablando de vivir la vida).
Es un pleno acierto que haya un espacio tan íntimo para cada uno de los personajes, incluso los que (en un principio) consideramos antagonistas como la generala Beatrix, o directamente Kuja, el gran enemigo del juego. Empatizamos en particular con un personaje que suele ser el favorito de los amantes de la saga: Vivi, el mago negro que descubre que fue creado con el único propósito de matar. Es un arma ideada por Kuja creada para destruir el mundo junto con otros de su especie. No conoce el significado de la vida y por ende, tampoco el de la muerte. Para los magos negros morir es algo que conocen como «dejar de moverse». Este es el gran dilema de Vivi, perseverar para no convertirse en lo único para lo que supuestamente ha sido creado: destruir. Y eso resulta ser una exaltación de la personalidad y la seguridad de alguien que, paradójicamente, no es humano. Por eso Vivi nos enseña que aunque la vida tenga preparado algo concreto para nosotros, siempre tenemos el poder de elegir.
Midday – Ilustración de Neo-Omegushka |
Casi finalizando la historia, comprendemos el pasado de Yitán (en mi opinión una de las partes más intensas y extraordinarias del juego) que después de estar buscando su tierra natal durante años, llega a Terra, un planeta donde habitan unos seres creados por Garland llamados genómidos (que básicamente son cuerpos que sirven como habitat de las almas de Terra). Por lo tanto, Yitán vendría a ser un cuerpo al que le han impostado un alma. Entre estos genómidos resaltan algunos creados de forma especial (como Kuja y Yitán) cuyo propósito es asesinar humanos en Gaia y acelerar el proceso de las almas. Eso significa que Yitán fue creado para sustituir en un futuro a su hermano Kuja en la misión de Ángel de la muerte, pero Kuja -celoso y envidioso de que esto pudiera suceder algún día- abandona a su hermano genómido en Gaia. Por eso Yitán es lo que es, pero cuesta asimilar el terrorífico asesino que podría haber sido si su hermano no llega a abandonarle, en otras palabras: Yitán podía haber sido Kuja, he ahí la delgada línea entre la figura del personaje protagónico y el antagónico (algo parecido a lo que ocurre con Cloud y Sephirot en FFVII).
Esto me hizo pensar en el destino y en lo que hubiese cambiado la vida del protagonista si no fuera porque Kuja decidió abandonarlo.
¿A qué se reduciría la propia existencia, si descubriésemos que hemos sido creados para cumplir un propósito impuesto por otros? ¡Es como si de pronto un pez que nace en una piscifactoría cobra conciencia y descubre que solo ha sido creado con el único propósito de servir como sustento alimenticio a los humanos! Debe ser una sensación de vacío indescriptible, y eso es lo que se pregunta el protagonista continuamente: «¿solo soy un recipiente vacío?». Descubrir su verdadero pasado le provoca un shock instantáneo y le hace preguntarse reiteradamente «¿quién soy?» y es que, a veces tenemos que preguntarnos quiénes somos y para qué estamos aquí, y Final Fantasy IX nos invita a preguntárnoslo continuamente. Yitán logra salir de ese bucle por una sola razón: no está solo. Un énfasis también recalcado a lo largo de todo nuestro recorrido: el valor de la amistad, el amor y el apoyo de nuestros seres queridos. Al fin y al cabo ¿qué haríamos solo por nosotros mismos? Es sublime esta parte de la historia en la que el héroe también necesita ser salvado, y por eso sus amigos acuden en su búsqueda.
Homeland – Ilustración de Midorisa |
Al contrario que ocurre con Yitán, percibimos en Kuja el culmen del egoísmo, la prepotencia y la supremacía de alguien que en realidad es ignorante, pues se piensa inmortal. La agonía de Kuja está compuesta básicamente por una suposición de creerse infinito (por eso su sed nunca se calma). Cuando descubre que su existencia tendrá un fin se adentra de nuevo en ese bucle. La diferencia es que su egolatría y su narcicismo no le han dejado relacionarse con los demás para superar eso a lo que todos nos tenemos que enfrentar desde que nacemos: nuestro tiempo es limitado y por eso tenemos que disfrutarlo al máximo. Cuando el miedo se apodera de su ser (pues no tiene con quien compartirlo para canalizarlo) nos enfrentamos a él en el Mundo Cristalino, donde se encuentra un cristal que mantiene todo el equilibrio y la existencia del universo con el que Kuja pretende acabar. Si él no va a vivir eternamente, otros ni siquiera deberían gozar del privilegio de existir, de ahí su última frase cuando acabas de vencerlo: «bah, yo moriré de todos modos, la muerte me salvará del miedo.» Como decía Antonio Machado «la muerte es algo que no debemos temer porque mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos.»
Eternal Darkness – Ilustración de Aogachou |
Al acabar con Kuja, nos enfrentamos a Tiniebla Eterna, una especie de divinidad que representa el principio y el fin de la existencia (la personificación de la vida y la muerte) es entonces cuando el juego deja caer el mensaje final:
«El objetivo de todo lo que existe en este universo es extinguirse, esperaba que alguien me guiara hasta la respuesta. Ahora que la tengo, no puedo permitir que el mundo siga existiendo. Tengo una única misión, restaurar el mundo de la nada, donde nada sea creado, donde no haya crecimiento ni desarrollo, y tampoco un Mundo Cristalino. Obviamente tampoco existirá el miedo, es el mundo que vosotros en realidad deseáis. El instinto de aferrarse a la vida a toda costa demuestra que padecéis de esa enfermedad incurable llamada deseo de vivir. Algún día el miedo se apoderará de vosotros y elegiréis el camino de la destrucción, como Kuja. La aniquilación del todo y de vosotros mismos. Si nacéis para ser destruidos, es como si no existierais desde el principio. Toda vuestra existencia es una paradoja.»
Los personajes se resisten y -aún con miedo- deciden luchar para sobrevivir. No he podido encontrar mejor explicación que la que da Kefka en su blog con respecto a la lucha contra el jefe final: «Tiniebla Eterna no es derrotado porque Yitán le da con su espada en el lomo hasta que se desangra. Tiniebla Eterna es derrotado por el deseo TAN grande de vivir que tiene el grupo. El combate es un mero envoltorio, una alegoría que representa cómo el deseo de vivir consigue sobreponerse al miedo a la muerte».
Es en este momento cuando Kuja -medio moribundo- consigue que el barco tripulado por Beatrix encuentre al grupo para poner rumbo de vuelta a casa, pero Yitán oye la voz de su hermano y decide regresar para intentar salvarlo. Ahí es cuando descubrimos el pequeño ápice de bondad que tenía Kuja, capaz de las mayores atrocidades, pero asumiendo su muerte con redención. Por eso es un gran antagonista y está muy a la altura de los grandes enemigos de la saga, porque combina la locura propia de Sephirot (FFVII) y la teatralidad de Kefka (FFVI) resultando elegante y presumido, a la par que calculador y maquiavélico al mismo tiempo. Cuando Yitán lo encuentra y decide acompañarle en su lecho de muerte, es cuando sucede una conversación maravillosa entre los dos supuestos hermanos:
– ¿Cómo voy a abandonar a alguien si puedo salvarle la vida? A todos nos llega la hora, pero no está bien que elijamos morir.
– ¿Qué derecho tengo yo a vivir después de haber intentado acabar con vosotros? Soy un inútil.
– Nadie es inútil.
Loss of Kuja – Ilustración de Saimain |
Después de esto, el bosque envuelve a Yitán y años más tarde, vemos cómo el tiempo ha repercutido en los personajes. ¿Qué decir del final, si ya de principio a fin el juego es perfecto? Pues que por supuesto, el final no podría ser más adecuado al recorrido que hemos seguido durante toda la historia. Un desenlace que nos emociona al contemplar el paso del tiempo y cómo este ha hecho estragos en la vida de algunos personajes. Una espléndida trama que acaba con ese emotivo y cautivador abrazo entre Yitán y Daga, dos personas que se amaban y que se han seguido amando a pesar del transcurso del tiempo. Y por eso, Vivi escribe una carta haciendo un resumen de todo lo que deberíamos haber aprendido durante la aventura: «No importa cuánto vive uno, si no cómo. La vida no tiene sentido si no nos ayudamos los unos a los otros».
¿Qué decir de la música, si en Final Fantasy la música es tan grande que resulta inabarcable y difícilmente descriptible? Nobuo Uematsu pone palabras a cada escena con su composición, haciendo que estas sobren. Los violines endulzan las emociones y la percusión exarceba los momentos de ira. Uematsu es un músico brillante que ha conseguido transmitir con cada pieza la perseverancia, la dulzura y el ímpetu de cada sentimiento. No solo en la novena entrega, sino en todas las anteriores (y en la décima posterior). Así que sí, señores/as gamers, oremos todos juntos por un credo: «Creo en Nobuo Uematsu, creador del cielo y de la tierra de Final Fantasy. Creo en Uematsu, nuestro señor, que fue concebido por obra y gracia de SquareSoft, nació en Japón y padeció bajo el poder de SquareEnix…»
Después de esta oración al Dios japonés de la música, espero que os haya gustado el análisis tanto como a mí me ha gustado escribirlo.
Pero sobre todo, espero que este juego os cautivara de principio a fin, tanto como a mi me cautivó.
4 comentarios
Es una de mis entregas favoritas, en parte porque se retoma el ambiente fantástico medieval anteriores al VII, pero también por la historia, los personajes y su desarrollo. Aunque todavía no lo he acabado, pero algún día lo haré.
Reconozco que es de los mejores pero donde esté el VII…
A mí el VII me parece uno de los juegos más sobrevalorados de la historia xdd
Ambas entregas son maravillosas, cada una con lo suyo. No me parece que FFVII esté sobrevalorado en absoluto, pero sí creo que otros títulos como el VIII y el IX han quedado ensombrecidos injustamente.