He tenido la oportunidad de echarle el guante a Call of the Sea para traeros este análisis en Xbox One, un lanzamiento muy reciente que llegó a Xbox Game Pass el pasado 8 de diciembre. Veamos qué nos puede ofrecer el primer juego de la desarrolladora española Out of the Blue.
La apariencia engaña y la vista empaña
La presentación inicial de Call of the Sea es una pequeña trampa colocada por sus desarrolladores. En términos de placidez y en un entorno colorido, el jugador piensa que el desarrollo argumental del título se moverá por aguas tranquilas y sin sobresaltos. Este cebo que llama a la calma se invierte cuando el jugador atraviesa los compases iniciales del título y entra más de lleno en el corazón del juego: ahí, la narrativa y –por tanto– el juego mismo, entra en una vorágine en la que se suceden acontecimentos bizarros con asombrosa rapidez a los que quien está a los mandos debe adaptarse y esforzarse en comprender para poder continuar jugando a este título de unos desarrolladores que han sabido dar en el clavo con el aspecto argumental.
Call of the Sea es un ejemplo de muchas cosas, entre ellas el buen diseño de entornos |
Es más, la trama de Call of the Sea no es un mero adorno como en otros juegos del género –más adelante discutiremos a qué género pertenece verdaderamente este título–; sino que en su esfuerzo por integrarse y llegar al jugador, el relato es un elemento vertebrador de todas las mecánicas: deja de ser una excusa que obliga a moverse de un punto a otro del universo y se convierte en una parte más del título tomando efecto directo en los rompecabezas presentados. Este encaje tan perfecto es una motivación extra para recorrer todos y cada uno de los recovecos de los escenarios del juego en busca de todas las pistas y entradas del diario para poder tener la versión más completa de la historia y las vivencias del argumento que ofrece Call of the Sea.
¿Cómo se juega a esto?
A pesar de que Call of the Sea tenga un apartado narrativo que sorprende desde el principio, sus mecánicas son sencillas y apenas tienen nada notorio. Aunque no es gran cosa, este sistema tiene algunos fallos que lo deslucen y lo convierten en uno de los puntos flacos del título de Out of the Blue.
El primero de ellos es el color del puntero y de los indicadores, que se confunde en algunas ocasiones con el entorno, dificultando su localización –especialmente frustrante resulta la pérdida del puntero en la resolución de rompecabezas en los que entra como factor extra el tiempo–. Asimismo, las marcas que indican con qué objetos se puede interactuar son del mismo color –blanco–, por lo que los objetos de este color o los que tienen tonos que hacen contraste son una verdadera prueba para la vista y apta para los más ágiles visualmente.
En ese sentido, el tamaño del puntero es minúsculo –me costó mi tiempo descubrirlo en el centro de la pantalla– y las marcas de los objetos con los que se puede interactuar no son visibles desde la distancia, por lo que el jugador debe acercarse –a veces, en exceso– a dichos objetos para poder hacer uso efectivo de los mismos de la forma en la que sea.
Cuando me preparaba para hacer este análisis, leí que Call of the Sea era un juego de rompecabezas. Rápidamente interioricé la idea en mi cabeza y me veía abocado a una experiencia similar a la que viví con Relicta (2020), pero después de sus seis capítulos me encuentro con unas vivencias diferentes. Ello provoca que en mi cabeza –y en mi libreta de análisis, naturalmente– hayan brotado algunas preguntas: ¿es Call of the Sea un juego de rompecabezas? ¿Tiene género definido este juego? Explico estos interrogantes.
Me da la sensación que la categoría en la que se le encaja es solo una máscara bajo la que se oculta un título eminentemente narrativo que utiliza los rompecabezas como accesorios que aderezan y aportan color a la verdadera estrella de Call of the Sea: su trama y su aspecto gráfico y sonoro. Con esto no estoy apuntando a la idea de que desde Out of the Blue hayan descuidado el apartado más jugable del título. Todo lo contrario. Aunque la variedad en la tipología de los acertijos es mínima –dignos de mención, no obstante, son el enigma de la máquina de la lente y el enigma de la constelación– y me hubiera gustado disfrutar de una horquilla más amplia de rompecabezas, cumplen el papel designado por los desarrolladores: servir como acompañamiento de lujo al plato principal. Con eso me doy por satisfecho.
Otro de los puntos débiles es la cuestión de las dimensiones. En determinados momentos, se presenta al jugador un acertijo que ocupa toda una sala de proporciones gigantes, y la velocidad de movimiento del personaje –aun corriendo– se antoja algo lenta y convierte los viajes en estas salas-puzle en una cansina cantinela que le resta diversión y frescura a Call of the Sea.
Sin grandes despliegues de acción, Call of the Sea se ha hecho un hueco en el panorama de la industria |
Hablando de frescura. A partir de un momento crítico de la trama, el jugador ha de combinar los rompecabezas en tierra y en el elemento acuático. Esta innovación es un elemento que sazona alegremente la dinámica de Call of the Sea y rompe su monotonía aunque de forma muy breve pero justificada. Como decía el escritor español Baltasar Gracián: lo bueno, si breve, dos veces bueno.
El diario es –yo diría– la piedra angular y un cimiento importantísimo en el que se sustenta todo el armazón de Call of the Sea. Actúa como diario de viaje en el que se recopilan los acontecimientos que se han ido sucediendo con el avanzar de la trama y también es la herramienta en la que la protagonista apunta toda la información necesaria para resolver los acertijos que se encuentra en su camino. En cierto modo, Call of the Sea se aleja nuevamente del cliché de los juegos de rompecabezas e invita al jugador a explorar el entorno que se abre ante sus ojos para actuar como el mismísimo Sherlock Holmes buscando todas las pistas que están desperdigadas por el escenario con el objetivo de construir en su mente la solución al rompecabezas de turno. Si esa era la sensación que buscaban, desde Out of the Blue han acertado completamente: en algunos compases del juego, mi imaginación voló más allá de las barreras de lo real y me sentí como el detective de Doyle investigando un caso de homicidio mientras reunía las pistas para resolver un acertijo.
A la sazón, el diario es una mecánica antigua pero eficaz que contiene todo lo necesario para avanzar en el juego –siempre y cuando se haya dado a la protagonista la posibilidad de anotarlo previamente– y que se puede consultar de forma permanente, mientras se camina o mientras se resuelve un enigma. Pero sus páginas también guardan algún que otro secreto, que solo los más avispados encontrarán abriendo el diario en el momento adecuado, porque Norah no ha escrito eso, ¿verdad?
Ver (y oír) para creer
Anteriormente he mencionado el apartado gráfico y sonoro como el segundo de los dos pilares sobre los que se sustenta Call of the Sea. Y con razón.
Los gráficos tienen una estética cercana a los dibujos animados pero sin perder la gota justa de realismo gráfico, y –sinceramente– es la mejor decisión que podían haber tomado los responsables de Out of the Blue. Transmiten un tono desenfadado pero no demasiado festivo ni jovial, enviando una sensación de calma en los momentos de tranquilidad pero evocando emociones al jugador en los momentos más tensos de la trama.
El colorido de los escenarios –sobre todo en las primeras imágenes del título– es simplemente un espectáculo. En más de una ocasión me ha dado la sensación de que brotaría de la nada un simpático personajillo para montar un chiringuito y ofrecerme un refresco en la playa de inicio del juego.
Dice el refrán que quien mucho abarca, poco aprieta, pero este no es el caso de la banda sonora del primer título de Out of the Blue: podría servir de guarnición en la más festiva celebración de cumpleaños o acompañar la próxima película de terror. La amplitud de miras con la que está compuesta solo me invita a pensar en que se creó para que encajara como un engranaje en un sistema perfecto y colabore a crear una sinergia hipnotizante.
Conclusión
Call of the Sea es una clase magistral de cómo debe ser un buen juego de aventuras y exploración en primera persona. El título se zambulle de lleno en el género de la ciencia-ficción tomando los rompecabezas y los juegos de lógica como complemento imprescindible que aparece única y exclusivamente cuando es necesario, puesto que no son un obstáculo ni el atractivo principal del título.
Call of the Sea está disponible para PC, Xbox One X y Xbox Series X|S.
Lo mejor
– La solidez narrativa y la calidad del argumento
– El pródigo despliegue de recursos gráficos y sonoros
Lo peor
– El tamaño y el color del puntero y los marcadores dificulta la interacción con el entorno
– Las transiciones entre áreas pueden antojarse algo lentas