Hoy os traemos el análisis de
Narita Boy en
PC, desarrollado por el estudio indie de Barcelona,
Studio Koba, y distribuido por
Team 17. Aunque nosotras nos centraremos en la versión para PC, este título
también está disponible en las siguientes plataformas: PlayStation 4,
Switch y Xbox One.
Ópera prima de Studio Koba, Narita Boy nos transportará a la época dorada de los recreativos con luces, neones y píxeles a ritmo de sintetizadores.
¿Te vienes a dar una retrovuelta?
Narita One: la consola de la próxima generación
Todo comenzó en el año 2017, con una campaña de
crowdfunding en la conocida plataforma
Kickstarter. En tan sólo apenas dos días, Narita Boy había alcanzado la
friolera de 50.000 €. Con las buenas cifras conseguidas tras la
financiación, se puso en marcha el proyecto y, tras algún que otro retraso,
hemos podido disfrutar de este
homenaje a la cultura pop de los videojuegos de los 80.
Como toda buena historia, todo comienza en el estudio de un creador de videojuegos, en la ciudad de Old York –en la primera cinemática aparecen referencias y edificios conocidos de Nueva York–. El Creador, así lo llaman en el Reino Digital, ha desarrollado una videoconsola: la Narita One. Pero, a pesar del gran éxito que alcanza este proyecto, hay un halo de misterio que envuelve a la figura de su creador. Narita Boy, videojuego estrella de la consola en cuestión, tiene un éxito sin precedentes, donde sus cartuchos se venden como rosquillas y todos quieren jugar a este gran título. Pero algo se tuerce dentro del código binario del juego. HIM, una entidad malvada –que ya había sido previamente derrotada, como descubriremos–, aparece de nuevo en escena con el fin de borrar la obra del Creador y sus memorias. Todo ello amenazará la existencia del Reino Digital y sus habitantes. Pero no todo está perdido. Para poder recuperar el control y que el Creador ponga orden de nuevo, Motherboard, el programa supervisor del juego, activa un protocolo que podría salvarlos a todos: el protocolo Narita Boy. Y así es cómo, a las afueras de Old York, un chico que está en su habitación disfrutando de horas de diversión con el videojuego, termina por ser absorbido por la consola y transportándose al Reino Digital. Y nosotros encarnaremos a ese chico, seremos… ¡Narita Boy!
Una vez en el Reino Digital descubriremos que hay todo un
vasto y extenso lore creado con mucho mimo. Los
personajes respiran personalidad propia y, en algunos casos, además
de hacernos empatizar con ellos, conseguirán sacarnos una sonrisa.
Asimismo, tendremos buenas dosis de acción intercaladas con otros arcos argumentales paralelos, como los pasajes por la memoria del Creador y sus recuerdos. Lo cual nos irá ayudando a comprender mejor la historia y los acontecimientos, así como todo lo que puede estar por llegar. También comprenderemos como funciona ese Reino Digital, además de interaccionar con algunos personajes.
Disfrutaremos de casi 10 ahoras de enarbolar la
Tecno-Espada –una poderosa arma con la que nos abriremos paso por el
Reino Digital–. Y, se nos harán cortas. Muy cortitas. Viviremos –en esta
ocasión la piel de Narita Boy–, una
historia bien narrada y cuidada que nos apelará a esa nostalgia de
las películas y videojuegos con los que crecimos.
La trama, como podéis ver, está a la altura de obras como la Steven Lisberger, Tron (1982) o algunas más actuales, como Ready Player One (2018), de Spielberg, además de algún easter egg. A lo largo de la partida, encontraremos una buena dosis de referencias nostálgicas a la estética de retro de los videojuegos de los 80 y 90, además de la cultura pop con cierto aire nipón.
El poder del Tricroma
Estamos ante un juego con esencia metroidvania 2D, aunque con algunos
elementos que llevan el combate a otro nivel.
Studio Koba define Narita Boy como un
side-scrolling mystical techno-tale, con altas dosis de acción arcade y elementos clásicos de
las plataformas 2D.
La manera en la que está planteada su jugabilidad nos hará familiarizarnos muy rápidamente con las mecánicas y estar muy cómodos en ese sistema de combate. Poco a poco, a medida que vayamos avanzando, iremos implementando las aptitudes de Narita Boy y sus habilidades ante el combate –característica muy acertada en esta ocasión–. Además, no resulta nada complicado hacerse a los controles y memorizar los combos. Podremos esquivar, lanzar ataques básicos con la espada, ataques cargados, ataques aéreos e invocar el poder del Tricroma –poder místico de los haces de luz de las diferentes casas: rojo, azul y amarillo–. También podremos lanzar algún ataque a distancia, además de curarnos –todo esto siempre que nuestras barras medidoras tengan suficiente carga, y a medida que vayamos haciendo más ataques sencillos se irán llenando–.
Como podemos ver, el sistema de combate tiene su
punto de complejidad que le otorga una frescura renovada al juego.
Y le sienta muy bien. A pesar de ese grado de complejidad, no resulta
para nada complicado hacerse con los controles. Un total acierto por parte
de Studio Koba.
Pero además del combate, hay una parte muy importante en las mecánicas: la
exploración. A lo largo de las diferentes pantallas por las que
iremos adentrándonos, Studio Koba ha sabido darle este toque de
backtracking meclado con exploración que resulta ser
uno de los pilares fundamentales de la jugabilidad de este título. Y también
hacer trabajar a la memoria. En algunos casos tendremos que memorizar
algunas pistas presentes en los escenarios o en las
conversaciones con el resto de personajes, para poder desbloquear y acceder
a nuevas zonas. Nuestro objetivo será ir adquiriendo
tecno-llaves para ir avanzando y hacernos con todos los
bloques de memoria del Creador. De esta manera, este componente
de exploración y «puzzles», junto con el backtracking y las dosis de
acción, se entremezclan de manera muy acertada.
En cuanto al resto de personajes, podremos interaccionar con
ellos. En muchos casos, Motherboard, nos irá ayudando a medida que
avancemos, explicándonos qué debemos hacer en determinadas ocasiones. En
otras circunstancias, serán los propios personajes los que interaccionen con
nosotros y nos den o bien tecno-llaves, o bien
pistas para conseguirlas. Y también disfrutaremos de alguna subtrama,
pudiendo tener como opciones llevar a cabo algún objetivo extra.
Pero no todas estas tareas serán sencillas. Tendremos a un
elenco muy amplio de enemigos que tratarán de chafarnos la aventura.
En esta ocasión, podríamos hasta recopilar todo un bestiario sobre los
diferentes enemigos con los que nos veremos las caras. Studio Koba derrocha
imaginación y creatividad en este apartado. Tendremos además,
jefes finales que nos harán sudar un poquito, a veces con escenarios
propios y otras inmiscuidos tras un buen ejército de enemigos. Pero nos
harán disfrutar de un buen juego de acción arcade.
En cuanto a la dificultad, ésta se irá incrementando de manera
gradual. Puede ser que en algunos escenarios, ésta todavía resulte
demasiado sencilla, sobre todo al comienzo. Sin embargo, a medida que
avancemos, se irá aumentando conforme adquirimos habilidades. Si bien es
cierto que, aunque hayamos perdido toda la vida, nunca tendremos que volver
a pasarnos por entero el nivel en el que estemos. Nos aparecerá un disquete
de 3 1/2 con las letras «Rest in Power», y empezaremos desde el último
autoguardado o punto de control más reciente.
No obstante, no hubiera estado de más un selector de dificultad para
los más jugones, puesto que ofrecería volver a pasarte el juego con
dificultad extrema o similar. Y sería interesante, ¿por qué no?
Más pixel-art y sintetizadores, por favor
Si la trama nos había encandilado desde el minuto cero y la jugabilidad nos había dejado unas más que excelentes impresiones, el apartado gráfico y sonoro son los que se llevan la palma. Todo el videojuego es en sí una obra de arte. Una oda a aquellas horas de recreativos en nuestra más inocente niñez.Hay todo un lore detrás del Reino Digital de Narita Boy, muy cuidado y trabajado hasta en los pequeños detalles. Lo que más destacan son las texturas y la iluminación. Fascinantes. Notaremos que, en cada uno de los escenarios por los que nos movamos, hay un mundo que respira frescura y vida –digital sí, pero vida, al fin y al cabo–. Veremos que están muy cuidados y, aunque estemos ante un montón de píxeles –y con una estética que imita a las antiguas pantallas con tubo de rayos catódicos, con efectos CRT y scanlines–, son altamente inmersivos. En apenas 10 horas que dura el juego, abordaremos un número importante de diferentes escenarios –¡y ojo! Que no se repite ninguno–, desde bosques, hasta ciudades tecnológicas, pasando por lagunas, valles y desiertos. En cuanto a la estética, encontraremos sobretodo muestras de un reino digital al más puro estilo synthwave o retrowave –con neones, láseres, haces de luz y a tope de Tricroma–.
Narita Boy, por su parte, contrasta con todo ese color del mundo digital, puesto que está desarrollado bajo un estilo más minimalista y en color gris. Sin embargo, una vez que ondeemos la Tecno-Espada, todo será un espectáculo de luces y acción.
El resto de los personajes están desarrollados siguiendo esa estética tricolor de la que hablábamos anteriormente, algunos hasta nos mostrarán algunas expresiones o gestos –haciendo que empaticemos con ellos más aún–.
Y, en cuanto a los enemigos y jefes finales, contienen un
alto detalle –sí, ya sé que están hechos con píxeles y de cierto
tamaño, pero tienen muchos detalles–. Los enemigos, como ya mencionaba en su
apartado anterior, según de qué tipo y clase sean, tendrán un aspecto más
trabajado o más sencillo, según sea. Los jefes que nos iremos encontrando,
van a llenar toda la pantalla –pero literal y figuradamente–. Están ideados
como seres del Reino Digital capaces de intimidar al gran Narita Boy. Y
buena parte se debe al aspecto tan cuidado y pensado que tienen.
Las escenas donde se nos muestran los recuerdos del Creador tienen un tono bastante diferente. La paleta de colores es mucho más parca, empleando colores más blancos y grises –haciendo referencia a los recuerdos almacenados–. Además, veremos muchas referencias a elementos de la cultura japonesa.
Podemos apostar a que hay un gran trabajo tras este maravilloso apartado gráfico. Pero, además, todo ello va acompañado de una banda sonora a la altura. El apartado sonoro –junto con el gráfico– es uno de los que más destaca en Narita Boy. La música, con esa esencia de los sintetizadores analógicos y al estilo synthwave, nos va acompañar durante toda la aventura. Según el enemigo al que nos enfrentemos, ésta irá cambiando, haciendo que la dosis de acción sea inmejorable.
Además, según los sucesos que vayan teniendo lugar a lo largo de la trama y la interacción con el resto de personajes, la música se irá adaptando a estas situaciones, dejándonos momentos únicos.
Por su parte, el videojuego está
totalmente traducido al castellano y, aunque entremos en contacto con
una pequeña dosis de lenguaje digital, son los propios personajes los
que nos ayudarán a comprender el peligro tan inminente que pesa sobre
el Reino Digital y cómo poder ayudarlos.
Conclusión
Si has probado otros títulos como Hyper Light Drifter o Superbrothers: Sword & Sworcery EP, seguramente tendrás sentimientos encontrados con Narita Boy. El título del estudio catalán es heredero de algunos de estos geniales indies –sobre todo en el apartado visual–.
Sin embargo, Narita Boy plantea unas dinámicas de juego muy
novedosas. Se entremezcla la acción arcade, el
side-scrolling y cierta influencia metroidvania 2D.
Además, tendremos exploración y backtracking, con una trama muy cuidada y varios arcos argumentales. El
aspecto audiovisual es arte puro para nuestros sentidos, con una
acertada banda sonora que pondrá ritmo a nuestras aventuras empuñando la
Tecno-Espada, cual Arturo con Excalibur.
Narita Boy estará disponible desde el 30 de marzo para PlayStation 4, Xbox One, Nintendo Switch y PC.
Lo mejor
– El apartado audiovisual
– La jugabilidad
Lo peor
– La dificultad
– Todavía no hay segunda parte
Este análisis se ha realizado con un ordenador de las siguientes
características:
– Sistema operativo: Windows 10
– Procesador: Intel Core i7-10700
– Tarjeta gráfica: Nvidia GeForce RTX 2060 SUPER
– Memoria RAM: 16GB de RAM
– Sistema operativo: Windows 10
– Procesador: Intel Core i7-10700
– Tarjeta gráfica: Nvidia GeForce RTX 2060 SUPER
– Memoria RAM: 16GB de RAM