Tras adelantar un futuro esperanzador mientras recorro un hermoso campo de flores moradas, recibimos la invitación de Warner Bros. Pictures para acudir al pase de su última película: El color púrpura (2024). Con un elenco espectacular (y con cierta trayectoria musical), esta nueva cinta sirve como adaptación del musical de Broadway homónimo, que a su vez ya utilizaba la obra original de Alice Walker como material de referencia (además de la película de Steven Spielberg de 1985). De este modo, aunque se busca trasladar la historia teatral, existe mucho material que se ha quedado fuera, además de añadir nuevos números musicales. Así, cualquiera que haya disfrutado (y llorado) con sus anteriores versiones, descubrirá algo nuevo en esta última.

El color púrpura llegará a los cines españoles el próximo día 9 de febrero de 2024. ¿Qué nos ha parecido su propuesta? ¿Hemos notado la crueldad y la impotencia? ¿Se ha visto ese crecimiento y revolución? ¡Allé vamos!

«Soy pobre, soy negra, puede que fea… Pero aquí estoy»

1909. La vida de Celie no es esperanzadora. Tras recibir abusos de su padre, es entregada a un hombre que se hace llamar «Señor». Teniendo que convertirse en cuidadora de un hogar donde es maltratada por la figura de autoridad, observa como su vida se oscurece al perder el contacto con su única amiga, su hermana. Con esa losa sobre sus hombros pasa el tiempo y, poco a poco, irá conociendo a más figuras femeninas que irán abriéndole los ojos, al tiempo que la infundirán la fuerza necesaria para intentar cambiar la situación.

Las hermanas toman caminos totalmente opuestos

Con una temática tan dramática, sobre todo en los primeros compases de la cinta, es imposible no llevar la vista a la película de Spielberg y descubrir la crudeza de este relato. ¿Por qué esta mención? Porque aunque estamos ante la misma película, en esta versión han optado por modificar un poco el rumbo y enfocarlo hacia una perspectiva más positiva y esperanzadora. No quiero negar que no hayan mencionado algunos hechos deleznables, pero siempre están acompañados de un halo que invita a mirar más adelante para observar como todo acaba mejorando. Quizás, por qué no decirlo, tenga mucho que ver en que, en este caso, nos encontramos ante la adaptación de la versión teatral del mismo. Eso sí, por mucho que haya esas modificaciones, no es difícil encontrar ciertas referencias al metraje original del ahora productor de la película, ya sea mediante escenas o canciones.

A pesar de lo que pueda imaginarse al basarse en el drama musical, no es una conversión exacta entre medios, cayéndose por el camino muchos de los números y añadiendo otros nuevos. No quita esto que no se aproveche para hacer un despliegue técnico magnífico en cuanto a coreografías (muy trabajadas) y escenarios imaginarios. La mayoría de ellas comparte ese positivismo y empoderamiento del que hablaba antes y van intercalándose con escenas más crudas, creando una dinámica que finaliza con un reconfortante desenlace que servirá para derramar muchas lágrimas. Aunque, no puedo negar, que, como en muchas adaptaciones de historias de otro medio, el ritmo de la cinta se muestra acelerado, teniendo que prescindir de algunas escenas, explicaciones o personajes que permitirían redondear la historia y el resultado.

Mirad qué sonrisa tiene Señor… ¡qué desgraciado!

Por su parte, el elenco se encuentra entre lo más entregado de toda la producción, contando con caras reconocidas de la misma obra teatral y otras nuevas. En la cabeza de todo, reencontrándose con esa Celie adulta, tenemos a Fantasia Barrino. Su trabajo demuestra perfectamente la evolución tanto física como mental de un personaje que va de menos a más durante toda la cinta, mostrándose frágil, celosa o fuerte cuando corresponde. Aunque toda su evolución se quedaría en nada si no tuviera delante dos mujeres independientes capaces de insuflarle llama en su interior: Sofía -Danielle Brooks- y Shug -Taraji P. Henson-. Cada una de ellas aporta más capas narrativas a la historia (racismo, el perdón y el amor), además de servir como modelos sobre los que construir esa nueva identidad. 

Por ello, el Albert «Señor» de Colman Domingo mostrará esa visión masculina de propiedad y violencia que caracterizaba a muchos hombres en el siglo pasado (algo que cambia con su hijo Harpo -Corey Hawkins-). Su camino opuesto al de la protagonista se hace notar y acabas sintiendo hasta pena por él (y es complicado por lo que hace en ocasiones). Además de estos grandes intérpretes, hay más que han volcado su talento en la obra, como Halle Bailey o H.E.R., aunque no puedo evitar hacer una gran mención especial a unos extras y bailarines que deslumbran en cada escena en la que salen. Sin duda, el trabajo y empaque de la música, la voz y la escena está genial.

¿Qué se va a hacer a un bar? Cantar, beber y pegarse de piñas. Cada cosa a su tiempo

Cuando los grilletes nos son solo físicos

Como suele ocurrir en este tipo de producciones que nos trasladan a otras épocas, el trabajo de ambientación está maravillosamente llevado. Desde el inicio, esa atmósfera clara en los exteriores (evidenciada en el final) contrasta con la oscuridad de algunas de las escenas más descarnadas. La escenografía está cuidada, bebiendo mucho de la cinta de 1985, con algunos elementos o distribuciones similares. El entorno, marcado por lo rural y pantanoso, contrasta mucho con las pocas secuencias que nos trasladan a la ciudad, donde contemplamos un desarrollo más pulcro, aunque manteniendo las ideas anticuadas de otras épocas. Eso sí, hay una localización (una playa) que creo que utilizan en más de una ocasión en territorios diferentes.

Siendo la costura un elemento importante en el camino de Celie, no se puede negar el trabajo de confección. Cada vestuario (con referencias algunos), está cuidado y representa de una sola mirada al personaje que tenemos delante, contrastando esa división de clases o, incluso, etnias.

¿Dónde queda esto? En un musical, la lógica no opera al mismo nivel que en las otras películas

Siendo un musical, la música es un elemento imprescindible de su buen resultado. A lo comentado anteriormente sumaré que los números mezclan toques de R&B, Gospel, el banjo y música tradicional afroamericana. De este modo, el ritmo de «Push da Button» se distancia del «Maybe God is tryin’ to tell you somethin'» o el maravilloso número de «I’m here» de Fantasia. La banda sonora adicional ha estado a cargo de Kris Bowers, que consigue hilvanarlo todo.

Conclusión

Como en cualquier medio, hay obras que acaban alcanzando la excelencia por su aportación al desarrollo de una cultura o la visión de una situación complicada a la que muchos no pueden o quieren prestar atención. No es de extrañar que, en este caso, el conseguir además el premio Pulitzer le haya servido de impulso para que lleguen las posteriores adaptaciones y mucha más gente puede acercase a esta historia de crecimiento personal y lucha contra las injusticias.

El color púrpura es una película que, al igual que la novela, busca crear un crudo relato sobre la posición de la mujer negra en los Estados Unidos durante el inicio del siglo. Con la sombra de Spielberg y un musical a sus espaldas, se acaba creando una especia de mezcla heterogénea en la que se toman ciertos elementos para mostrar una versión más amable en la que el perdón y el amor demuestran su poder. Eso no impide la existencia de la oscuridad en su metraje, representado en algunas escenas duras. Las canciones son un bálsamo en su mayoría, apareciendo para avanzar ciertos matices. Como cambia el formato, es fácil descubrir que hay que pagar un peaje con algunos personajes o explicaciones que te dejan sin conocer algún dato que aporta más trasfondo (los pantalones, por ejemplo). Sin embargo, en su conjunto, acaba siendo una película bien ejecutada y que posiblemente lleve a más de uno a las lágrimas en su tramo final.

El color púrpura se estrenará en los cines españoles el día 9 de febrero de 2024. Te gustará si eres de los que disfrutan de un buen musical. Además, si ya conoces la historia, merece la pena ser revisitada para ver otro enfoque.

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De tierras gallegas con un lacón bajo el brazo. La vida frente a la pantalla me entregó unas gafas con las que veo en 8K. Me gustan las cosas bien narradas, sean del formato que sean. Mis estanterías están a rebosar de juegos, libros, miniaturas...

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