Tras sobrevivir al cataclismo que acabó con toda una era y ser recogidos por un dragón gigante de la nada, regresamos a poner los pies en la Tierra para analizar el último título que nos trae Frontier Developments basado en la marca de Games Workshop: Warhammer Age of Sigmar: Realms of Ruin. Corría el año 2015 cuando se finalizaba una de las etapas gloriosas de la marca con el épico y trágico desenlace titulado El fin de los tiempos.

Con esas páginas se daba por concluido Warhammer Fantasy y arrancaba Age of Sigmar, con un trasfondo que no olvidaba el pasado, pero que quería llevar las tramas y miniaturas a otro nivel. Tras ocho años y tres ediciones (una cuarta con posible publicación el año que viene), el juego ya está asentado y las adaptaciones a otros medios no se han hecho esperar, vendiendo títulos co  turnos, cartas o estrategia en tiempo real. Y es a este último género al que pertenece la entrega que hoy tenemos para analizar.

Warhammer Age of Sigmar: Realms of Ruin ya está disponible en PS5, Xbox Series X/S y PC con varias ediciones, de las que hablaremos más abajo. ¿Qué nos ha parecido? ¿Hemos sobrevivido a Ghur? ¡Allé vamos!

Un artefacto para enfrentarlos a todos

Nada más iniciar el juego, nos encontraremos con varios modos a los que podremos acceder. Hablaremos primero de uno de los más importantes y que, como en casi todos los títulos de este corte, sirve de tutorial para el juego: el modo campaña.

La Era de las Bestias está en su máximo apogeo y en Ghur se siente el avance de las tropas de la destrucción. En intentos, a veces, suicidas, los seguidores del dios rey Sigmar se lanzan a recorrer el territorio para lograr nuevos objetivos que los ayuden en el control de la zona: las cruzadas Portamanecer. Esta es la historia de una de ellas.

El inicio de una gran aventura donde la mayoría podría no regresar. ¡Así son las cruzadas!

Seguiremos los pasos de Sigrun, Idlen y Demetrius con el único objetivo de hacerse con un artefacto con el que esperan poder derrotar a los enemigos que asolan la ciudad de Harkanibus. Lo que inicia como una incursión más, se convertirá en una lucha mayor en la que diferentes facciones con historias opuestas se enfrentarán y buscarán alcanzar su propia gloria.

Muchos ya notarán cierto interés y cuidado en esta historia; no es para menos, tras ella están las manos de Gav Thorpe, uno de los escritores de la conocida como Black Library (pisión que publica las historias del mundo de Warhammer). Es agradable ver el esfuerzo en representar en segmentos cinematográficos distintos eventos de la trama. No es una animación exquisita, pero cumple para el propósito.

A través de dieciocho episodios nos tendremos que poner en la piel de las diferentes facciones a lo largo de misiones que nos obligarán a sacar de nosotros lo mejor. No es para menos, ya que la exigencia será uno de los puntos cruciales a lo largo de las partidas, subiendo considerablemente el reto y teniendo que repetir en ciertas ocasiones el capítulo por haber hecho algo mal. Presenta cuatro niveles de dificultad que podrán cambiarse en cualquier momento, facilitando el avance si alguna batalla se te «resiste».

Así llega el Caos a la batalla, bien cubiertos de maldad para repartir por Ghur.

Lejos de lo que se puede ver en otros RTS (real-time strategy), aquí se podrán distinguir distintos retos que darán dinamismo y originalidad. En ocasiones tendremos que defender posiciones frente a los enemigos, en otras asaltaremos el avance de un general o controlaremos un levantamiento de traidores entre nuestros orruks. Además, se tratan temas del trasfondo de cada una de las facciones que podremos ir comprendiendo a través de los distintos niveles, sin necesidad de ser un experto en Age of Sigmar (como la reforja, el dios Morko o la huestormenta de los Caballeros Excelsos).

Y hablando de facciones, este es uno de los puntos débiles del juego (aunque no dudaría de que llegaran otras a través de DLCs). Durante la historia, y posteriormente en los otros modos, tendremos cuatro grupos de soldados que se reparte en las cuatro grandes alianzas (Orden, Caos, Muerte y Destrucción).

Los Forjados de la Tormenta (o Stormcast Eternals) son los «chicos de póster» del juego (al igual que los Ultramarines en 40K). Son los soldados de Sigmar, seleccionados entre los mejores héroes de los reinos y recogidos antes de su muerte para ser «reforjados» en Azyr, convirtiéndolos en un ejército formidable. Es la facción principal de la historia y presenta gran versatilidad en sus tropas.

Aquí las cuatro facciones. ¿Cuántas más podrían meter?

Por la parte de la Destrucción, contamos con los Orruks Mandamaloz (Kruleboyz). Es una facción nueva de la tercera edición que se asemeja en estética más a los orcos que se conocen en la fantasía. Son expertos en las escaramuzas y los asaltos dentro del pantano. Así, en el combate, encontraremos en el sigilo un gran apoyo, además de contar con grandes bestias.

Si notas frío es porque las tropas de Nagash están cerca y unas de las más conocidas son las Noctánimas (Nighthaunt). Surgidas con gran potencia tras el Necroseísmo, son las almas de malvados y torturados por el dios de la Muerte. Su número y su capacidad para recuperar vida serán un enorme aliciente para su elección.

El panteón del Caos está formado por los dioses que buscan expandir la maldad por los reinos mortales. Entre ellos destaca Tzeentch, con sus Discípulos como punta de lanza para llevar a cabo sus planes. Nada perdura cuando El que cambia las cosas anda cerca, prefiriendo antes un gran conocimiento a la fuerza física. No es de extrañar que en sus tropas destaquen los poderes mágicos, aunque también hay espacio para grandes criaturas.

La supervivencia en el Reino de las Bestias

Pero respondamos la pregunta más importante: ¿cómo se juega aquí? En Realms of ruin lanzaremos al combate diferentes unidades a las que comandaremos por un mapa para derrotar al enemigo. Para ello, tendremos que seleccionarlas, pudiendo aglutinarlas en batallones o grupos, y las desplazaremos utilizando los dos métodos de movimiento disponible: el avance normal y el de ataque (combatirán contra cualquier unidad que encuentren en su camino). Todo hasta aquí parece sencillo, pero las capas seguirán superponiéndose poco a poco.

Todavía hay tiempo para preparar el asalto a la Procesión del Señor del Crepúsculo.

Las unidades, además de los héroes, pueden pertenecer a tres tipos diferenciados, con fortalezas y debilidades entre ellos (armas en mano, defensa o armas a distancia). A este triángulo hay que sumar las habilidades innatas o el nivel de la unidad, pudiendo decantar algún escenario de la batalla hacia uno u otro lado. Conocer estos detalles será indispensable para alzarse con la victoria, ya que la agilidad del juego te apremiará a tomar rápidas decisiones.

Y esto es un punto que no me ha acabado de gustar. La imposibilidad de pausar dificulta en ocasiones el control de tus tropas por el mapa, teniendo que gestionar diferentes puntos lejanos al mismo tiempo y acusando una IA poco desarrollada que no responde ante los ataques enemigos. Eso sí, cuando aprendes a dominarlo, se vuelve más satisfactorio.

En la batalla se podrán invocar nuevas unidades desde el puesto de mando (que podrá aumentar de nivel para convocar mejores soldados o desarrollar las existentes). El problema es que aunque la contienda se esté librando en la vanguardia, con el dominio de posiciones a lo largo del mapa, estos refuerzos aparecerán en la base del equipo, haciendo más tedioso el juego.

Para llamarlas, tendremos dos recursos disponibles: el dominio y las piedras del reino (se obtendrán al controlar Conductos Arcanos o construir sobre ellos). La elección de estas edificaciones será determinante, pues cada una de ellas tendrá unas habilidades que podrán servir para llevarte la batalla (como, por ejemplo, una zona avanzada de curación). Como elemento significativo están los diferentes terrenos, que pueden ralentizar o dañar a tus tropas, o la dificultad para destrabar a tus unidades de un combate al que ya se han lanzado.

¿Quieres unidades mejores? Ya sabes, ahorrar para mejorar el puesto de mando.

Y pronto descubrirás que nada es algo menor. Como ya dije antes, todo esto se junta en unos combates ajustados (tanto en campaña como en los demás modos) en los que tendrás que estar constantemente atento a los flancos de tu ejército. Será más común encontrarte en la historia con escenarios en los que tendrás que adaptarte a situaciones desfavorables con constantes oleadas de enemigos de diferentes tipos que te obligarán a seleccionar bien tus movimientos.

Esto, sin duda, hará del inicio un proceso más lento si estás usando mando (ojo, los controles están bien adaptados, pero sigue notándose que el teclado y ratón pueden ser más satisfactorios). Eso sí, los desarrolladores han contado con esta situación y han preparado un «Tomo de batalla» para resolver dudas, una suerte de guía para comprender las habilidades, unidades y demás.

¡Llévame diosito! Que soy digno de tu poder

Tras haber alcanzado la purga final en la historia y dominar los controles del juego, ¿qué más podemos hacer? Además del apartado narrativo, contaremos con escaramuzas para un jugador en el que podremos competir contra la IA en batallas de 1 contra 1 o 2 contra 2, seleccionando el mapa, la facción y la dificultad de la IA. Es un buen campo de entrenamiento para tomarle el pulso a cada una de las facciones.

Aunque para perder horas, también contaremos con el modo Conquista. Aquí, se afrontarán una serie de combates con reglas únicas que te permitirán avanzar hasta la base enemiga. Según lo desfavorables que sean las normas, más puntuación obtendremos al final, siendo un reto constante que superar. Eso sí, no tiene pruebas eternas. Solo cuentas con tres vidas o intentos, pudiendo perderlo todo antes de haberte movido. Y esto, te lo digo con total convencimiento. Te llevará un tiempo acostumbrarte.

Vayamos contra el bastión de enemigo y… ¿Cómo que hago menos daño?

¿Y si queremos jugar con más personas? Frontier no se ha olvidado de ese apartado y cuenta con un multijugador en el que podrás jugar en las mismas condiciones de las escaramuzas, pero con otros jugadores, ya sea enfrentándose o cooperando. Eso sí, si quieres un reto verdadero, tendrás que participar en las partidas competitivas contra otro oponente y ganar puntos para ascender en la clasificación.

Coleccionismo digital y maquetista experto

Pero, ¿qué sería del mundo de Warhammer sin su vertiente de montar, pintar y decorar los escenarios? Los jugadores que tenemos las vitrinas con figuras sentiremos un regusto al entrar en el último de los modos de juego: el creativo.

El editor de mapas permite modificar los terrenos de Ghur a nuestro gusto para que se enfrenten unidades en combates singulares. Aquí todo es personalizable: desde el tipo de suelo, la orografía, la colocación de elementos como zonas de victoria o lagos, hasta definir la climatología y horario.

Bien, ahora hemos colocado estas tropas para la batalla. Solo nos hace falta todo lo demás.

Aunque la joya de la corona (para mí) es la sección orientada a la definición de los uniformes de los ejércitos. En ella podrás editar las tonalidades de todos los elementos de las unidades, aunque solo los que ellos permiten. Para ello, se contarán con una buena cantidad de colores seleccionados entre las tonalidades de las pinturas Citadel del juego. Además, también podrás elegir la estética de algunas unidades que comparten nombre, como algunos héroes. Todo esto hace que cada vez que veas tus personajes en pantalla los sientas más tuyos, pudiendo seleccionar esquemas de color similares a los que tienes en físico.

Todo esto se mezcla con unos modelados ajustados a las figuras y que, a pesar de no ser un techo gráfico, son justos para disfrutar de la aventura y de las batallas. Además, las animaciones y los sonidos de las unidades permiten introducirse dentro de cada uno de los escenarios y comprender las acciones de cada uno de ellos.

Y este es el esquema cromático de mis Orruks en la vida real. Bueno, más bonitos aquí.

Eso sí, ha habido situaciones en las que he sentido una bajada en el rendimiento del juego cuando se llenaban de criaturas la pantalla. Han sido pocas ocasiones, pues no se suelen controlar muchas unidades al mismo tiempo, pero siempre con las mismas condiciones.

Conclusión: Warhammer Age of Sigmar: Realms of Ruin

Warhammer es una de las licencias más lucrativas dentro de los juegos de mesa de miniaturas y cada año sigue añadiendo más razones para atraer a más gente a su historia. No han sido pocas las incursiones de sus aventuras dentro del medio de los videojuegos, sumando títulos exitosos como los Total War: Warhammer, la saga Dawn of War o el reciente Boltgun, a algunas decepciones contadas.

Age of Sigmar: Realms of ruin se presenta para múltiples jugadores: aquellos fans que acaban atraídos por la historia y su mundo, aquellos que quieren disfrutar de la táctica de combate y los que utilizarán este como entrada a la saga. Con su propio estilo, este juego de estrategia en tiempo real se muestra decente en su jugabilidad, teniendo un montón de buenas ideas, pero que se ven lastradas por algunas decisiones. Eso sí, la historia se muestra solvente y pertida, ofreciendo entre doce y quince horas de juegos (según la habilidad).

La variedad de situaciones desafiará al jugador que, tras aprender los controles, podrá enfrentarse a los diferentes modos, siendo el de Conquista de los más complicados si no escoges bien el nivel. La vertiente creativa acaba siendo magnífica, por la cantidad de posibilidades en cuanto a diseño de escenarios y la configuración de ejércitos. No es un juego perfecto, pero los más fans disfrutarán de ver en movimiento sus figuras, mientras que los amantes de la táctica, pondrán a prueba su destreza.

Warhammer Age of Sigmar: Realms of Ruin ya está disponible en Xbox Series X/S, PS5 y PC. Cuenta con diferentes ediciones: una estándar a 59,99€, una Deluxe a 69,99€ que incluye cuatro aspectos para los héroes y personalización para el perfil.

Finalmente está la Edición Ultimate (74,99€) que, además de lo anterior, desde el 11 de diciembre a dos unidades especiales para dos de las facciones del juego. Por su parte, los Forjados de la tormenta recibirán a Yndrastra, Lanza Celestial, una poderosa heroína voladora que salta a la batalla en su defensa. Con su legendaria lanza Thengevar puede inspirar a los aliados o atravesar enemigos.

Por otra parte, los Orruks Mandamaloz recibirán su primera unidad aérea con el imponente Gobsprakk, la Boca de Morko, un poderoso chamán que, montado sobre su buitre Pikoazezino, es capaz de destrozar a las unidades enemigas y favorecer una nueva movilidad a sus secuaces. Los poseedores de la edición Ultimate los recibirán de manera gratuita. Los demás podrán comprar cada uno por 4,99€ o por 8,99€ si queremos hacernos con un pack con los dos personajes.

Por su parte, también se ha confirmado que para el día 27 de febrero de 2024 se publicará una edición física de Warhammer Age of Sigmar: Realms of Ruin que contendrá el juego y los dos personajes adicionales, aunque solo lo hará en consolas (PS5 y Xbox Series)

Lo mejor

  • Una historia interesante que ofrece información sobre el trasfondo del Universo Age of Sigmar
  • Unas animaciones que te introducen en la aventura
  • La persión del modo Conquista
  • Todas las opciones del Modo Creativo (tanto la creación de escenario como la pintura de figura)

Lo peor

  • Algunos errores en la IA de las unidades
  • La imposibilidad de pausar el juego y el complejo aprendizaje de usar los controles en consola
  • Algunas bajadas de rendimiento
  • Las pocas facciones del juego
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De tierras gallegas con un lacón bajo el brazo. La vida frente a la pantalla me entregó unas gafas con las que veo en 8K. Me gustan las cosas bien narradas, sean del formato que sean. Mis estanterías están a rebosar de juegos, libros, miniaturas...

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