El universo es un mar de estrellas y desde hace 25 años el estudio tri-Ace nos trae sus historias a través de juegos como Star Ocean: The Divine Force. Cuando una saga es capaz de aguantar el tipo durante tanto tiempo está claro que tiene un atractivo para los jugadores… ¿Pero seguirá conservando ese atractivo en esta sexta entrega de la serie y la primera para las nuevas generaciones de consolas?

Seguid leyendo nuestro análisis para comprobarlo.

25 años no son nada

Star Ocean es una saga de JRPG desarrollados por tri-Ace Inc. y publicados por Square Enix que abarca la nada desdeñable cifra de 11 títulos (12 si consideramos el remake del First Departure). De hecho, el año pasado celebró el 25 aniversario que no es una cifra que muchos juegos sean capaces de alcanzar. La serie se ha caracterizado siempre por respetar las reglas de los RPGs clásicos, sus historias épicas y su enfoque más centrado en el combate directo en lugar de los combates por turnos. Aunque nunca ha gozado de unas ventas especialmente notables y que llevábamos más de 6 años sin recibir ningún juego nuevo de la franquicia (descontando el remake de First Departure en 2019 con una versión remasterizada en alta definición del primer título de la serie), ya tenemos con nosotros este «Star Ocean: The Divine Force» que promete una nueva experiencia jugable a todos los fan de la saga.
Space… the final frontier
Al igual que ocurre con los juegos de la franquicia Tales Of, las historias de los juegos de Star Ocean son independientes aunque siempre se suele incluir algún detalle que las conecta y que sólo los fan saben reconocer. No en vano, varios de los desarrolladores del juego provienen de los primeros juegos de Tales Of, quienes decidieron cambiar de trabajo por diferencias creativas con el equipo directivo de la también veterana saga. Por eso, es bastante normal que reconozcamos ciertas mecánicas jugables que hemos visto también en juegos recientes como Tales Of Arise.
Conejos rosas gigantes peludos
El argumento del juego nos traslada hasta un planeta llamado Aster IV y al encuentro «fortuito» entre Raymond, el capitán de un carguero espacial, y Laeticia, la princesa de uno de los reinos que gobiernan el planeta. Una de las novedades con respecto a anteriores juegos de la saga es que vamos a poder elegir nuestro personaje protagonista, lo que provocará que el comienzo de la historia sea diferente hasta el encuentro de los dos, que se produce al inicio del juego. El choque de culturas entre Raymond, que está acostumbrado a usar tecnología muy avanzada y a navegar por las estrellas, y Laeticia, que vive en una cultura gobernada por la magia y casi medieval va a ser constante. Sin embargo, el destino de estos dos personajes se va a acabar uniendo para intentar acabar con la amenaza del malvado imperio que pretende adueñarse del planeta. La historia y los personajes son precisamente el punto fuerte de este juego, ya que hay gran cantidad de diálogos entre los protagonistas y los diferentes personajes (y compañeros de aventura) que iremos conociendo por el camino.
Cameo de Carmen Lomana 

Controlamos lo horizontal y lo vertical

Aunque el juego no deja de ser un JRPG clásico (con todo lo bueno y malo que conlleva esto) se han intentado añadir otras características que dinamicen sobre todo el combate y la exploración. Para ello se usa el recurso de un pequeño robot llamado D.U.M.A. (de origen desconocido al principio del juego) que dota de poderes a los protagonistas. En concreto permite escanear el entorno, flotar en el aire y volar en la dirección a la qué apuntemos mientras estemos en modo exploración y por otro lado, podremos lanzarnos contra los enemigos o usar un escudo cuando estemos combatiendo. Esta mecánica está bastante bien implementada y es muy fluida y consigue que los escenarios del juego se puedan explorar tanto en horizontal como en vertical. Además, también vamos a tener la posibilidad de usar el viaje rápido que facilita mucho las transiciones entre los escenarios del juego.
Ni un JRPG sin misión de gatitos
Y es que el componente de exploración está bastante bien implementado, ya que nos obligará a buscar por cada uno de los escenarios los típicos recursos que nos permitan mejorar o construir determinados elementos. No es un juego de mundo abierto puesto que está organizado por escenarios que se conectan entre ellos, pero algunos de ellos son bastante amplios. Entre estos recursos vamos a tener una serie gemas moradas que permiten mejorar las capacidades de D.U.M.A. o recursos de fabricación y armas y armaduras. También vamos a tener la posibilidad de encontrar campamentos para recuperar salud o santuarios para mejorar nuestras capacidades, etc. Lo cierto es que hay bastante variedad de objetos a encontrar y muchas veces no vamos a ser conscientes de los que tenemos o bien para qué se pueden utilizar. La estructura de los menús del juego es algo confusa y compleja lo cual no ayuda muchas veces a saber qué objetos nuevos hemos adquirido o si podemos usarlos de alguna manera.
Poniéndole velitas al santo
El juego está estructurado en misiones principales y misiones secundarias o actividades. Incluso tendremos la posibilidad de jugar a un minijuego de tablero que, sin ser demasiado complicado, es un pequeño pertimento que vendrá bien de vez en cuando. Las misiones principales nos van a ir llevando de un lado a otro del planeta Aster IV y nos irán presentando a cada uno de los personajes claves de la historia. Por el camino también iremos incorporando a los diferentes compañeros que nos servirán de ayuda en los combates y nos acompañarán durante el resto de la aventura. Empezando por el hermano de Laeticia, Albaird, quien nos acompaña desde el principio de la aventura y que tiene un rol de ataque a distancia a otros personajes que tendrán roles curativos o de ataque mágico que irán complementando perfectamente a nuestros personajes protagonistas. Aunque en el papel está bien disponer de todos estos roles y aportar un fuerte componente estratégico al juego, en la práctica los combates se acaban en pocos segundos porque el nivel de dificultad es muy bajo.
Tengo hombres de barro y los echo a volar
Precisamente en el combate es donde nos encontramos más fallos que aciertos en las mecánicas jugables. Los combates casi se convierten en un aporreo de botones, interrumpido sólo por la necesidad de esperar a que se rellene nuevamente nuestra barra de puntos de acción (cosa que ocurre bastante rápido por cierto). Cada una de las acciones tienen un coste que irá rebajando nuestra barra de puntos de acción y habrá que elegir con cuidado la combinación de ataques potentes (que gastan más puntos) y ataques débiles. Sin embargo, esto que podría dar lugar a combates más estratégicos, resulta fallido por la poca IA de nuestros enemigos y lo fácil que sucumben a nuestros ataques. En muchas ocasiones además hay ciertos problemas con la cámara que causan bastante confusión a la hora de saber dónde estamos dentro del combate.
Pedazo de gusano de seda
Por lo demás, sigue los esquemas de un JRPG clásico, ya que tendremos nuestra evolución de personaje basada en puntos de experiencia adquiridos tras ganar combates y completar misiones. Esta evolución está basada en un árbol de habilidades donde iremos desbloqueando nodos gastando puntos de habilidad adquiridos cada vez que el nivel del personaje aumenta. Para cada uno de los personajes existirán varios tipos diferentes de habilidades (activas, pasivas y de combate) que tendremos que gestionar porque no pueden estar todas activas al mismo tiempo. A su vez estas habilidades también se podrán mejorar con puntos y habrá que elegir qué hacer en cada momento para saber si adquirir habilidades nuevas o mejorar las ya existentes. También tendremos la posibilidad de fabricar objetos, armas, armaduras, etc con los materiales que iremos recogiendo… Aunque tendremos que experimentar porque no vamos a tener recetas que nos digan que combinaciones son las adecuadas. Eso sin contar que cada personaje tendrá un nivel de fabricación diferente y con alguna que otra mejora que permita fabricar mejores objetos.
Una partida de Risk, un Trivial, un Parchís…

Clasicismo ilustrado

El aspecto más controvertido del juego es sin duda el aspecto visual. Se nota bastante que esta producción es modesta y el motor gráfico del juego no llega a la altura de otros títulos AAA que estamos acostumbrados a ver últimamente. Y eso que el juego cuenta con uno de los diseñadores más reputados en el mundo de la animación y el videojuego, el gran Akira Yasuda, que ha colaborado en juegos tan míticos como Street Fighter o Final Fight.

Por desgracia, la traslación de sus diseños al 3D no ha sido muy afortunada dando lugar a una serie de personajes carentes de vida y con más parecido a un muñeco que a un ser humano. Eso sin contar la excesiva sexualización de los personajes femeninos con diseños de trajes que sonrojan…

El tiro cada vez más bajo

Pero si los modelos de los personajes no resultan nada afortunados, las texturas de los paisajes y objetos son incluso peores. De hecho, muchas texturas resultan realmente repetitivas y nos vamos a encontrar en muchas ocasiones interiores de casas idénticas a lo largo del juego, con librerías que no son capaces de mostrar detalle de los libros que contienen o de tazas octogonales… Una lástima que no se le haya dedicado mucho más cariño a estos detalles.

Por suerte, el rendimiento del juego está bastante más cuidado y nos permiten elegir entre un modo rendimiento y un modo calidad gráfica. Nuestra recomendación es que escojáis la opción del modo rendimiento para no sufrir en los combates y además las mejores gráficas son casi inexistentes. Por otro lado, la versión de PS5 no incluye ni una sola de las características particulares de la consola y el mando DualSense, meter una pequeña vibración cuando los personajes andan es insuficiente e incluso hasta molesto al cabo de un rato.

Cremalleras que no cierran

Otro aspecto negativo del juego es la no traducción al castellano de los textos y las voces. Sólo podremos elegir jugar en la versión japonesa o inglesa de los mismos, lo cual, le resta mucha venta en el mercado hispano. Teniendo en cuenta que es un juego que goza de un montón de diálogos y menús es necesario entender perfectamente qué está ocurriendo porque sino el interés del jugador se acaba perdiendo. Este tipo de decisiones es común en los últimos tiempos, pero no dejan de ser tristes.

El zumo mejor de naranja

En cuanto a la banda sonora del juego podemos decir que se ha hecho un más que aceptable trabajo. Los tintes épicos de la banda sonora acompañan muy bien a la historia y tienen la variedad suficiente para adaptarse a cada uno de los escenarios que vamos a visitar a lo largo del juego.

Conclusión Star Ocean: The Divine Force

A pesar de sus carencias en el plano técnico (que son varias e importantes) podemos decir que este juego resulta pertido y bastante adictivo. El factor de exploración y la historia, que resulta muy interesante, lo harán atractivo para los fan de los JRPG clásicos. Sin embargo, si lo tuyo no es el idioma de Shakespeare y esperas un acabado visual imponente quizás deberías esperar a otro tipo de propuestas. No es un juego para todos los públicos, pero sí que es cierto que contiene ideas interesantes e innovadoras para la saga que esperemos que siga aprendiendo de sus errores y mejore en futuras entregas.

Star Ocean: The Divine Force está disponible desde el 27 de octubre en PS4, PS5, Xbox Series X|S, Xbox One y PC (Steam). Si os hacéis con él, no dejéis de echar un vistazo a la guía de Star Ocean: The Divine Force.

Lo mejor

  • El desplazamiento en vertical por todo el mapa
  • El componente de exploración que invita a visitar cada zona de los mapas del juego
  • La banda sonora con tintes épicos
  • El carisma de los personajes protagonistas y la historia con tintes épicos

Lo peor

  • La no traducción de los textos al castellano
  • La complejidad de los menús del juego
  • Un aspecto gráfico impropio de la nueva generación de consolas
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Miembro de la Orden Jedi dispuesto a perderse en mundos virtuales desde que tiene uso de razón. Cuando tengo tiempo libre me dedico a disfrutar de una cantidad ingente de pasiones que van desde los comics a la música clásica pasando por las series de más rabiosa actualidad.

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