Tras bajar a las alcantarillas para comprobar antiguas leyendas, entramos en la sala del cine para ver la última película que Sony Pictures trae a España: Lilo, mi amigo el cocodrilo. Está basada en el clásico libro de Bernard Waber que no llegó a traducirse a nuestra lengua y recoge el género musical de la adaptación animada que realizó HBO en 1987. Con Will Davies al guion y la dupla de Josh Gordon y Will Speck en la dirección, presentan la historia de un cocodrilo con un don y sus aventuras con su dueño y la familia que vive en su casa. Siendo tan importante el apartado musical, no es de extrañar que hayan contado con los compositores de canciones de obras como La La Land, El gran Showman o Dear Evan Hansen.
¿Suena interesante? Comprobemos si esta unión es tan productiva como imaginamos.
Un mundo para niños
Héctor P. Valenti -Javier Bardem- es un showman al que la vida no le ha sonreído. Sin posibilidad de encontrar un hueco en la sociedad de la farándula, buscan algo que lo diferencie y le haga popular. Eso hace que acabe localizando una pequeña cría de cocodrilo con la habilidad de cantar, pero con miedo escénico, lo que le hace perder su casa en una mala apuesta. Sin dinero, tiene que marcharse y abandonar a la criatura en el ático.
Es entonces cuando la familia Primm llega a la ciudad de Nueva York y se aloja en la misma casa donde Lilo espera a su dueño después de meses. Conociendo primero al joven Josh -Winslow Fegley-, no tardará en asustar a los padres, que acabarán convenciéndose de su docilidad a través de las canciones. El descubrimiento del cocodrilo en el desván cambiará y revolucionará la vida de la familia y del bloque de vecinos.
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Se reservarán a Lilo para protagonizar muchas divertidas escenas que disfrutarán los más peques |
Como no podemos dejar pasar, la película está dirigida a un público infantil y es a ellos a quiénes quieren convencer, olvidándose por el camino de posibles miradas adultas, a las que apenas se alude a lo largo del metraje. Tras un inicio prometedor, la velocidad se incrementa y las conveniencias e incoherencias comienzan a aparecer, solucionando así bastantes problemas que no evolucionaron de manera argumental. Esto hace que, una vez llegado al final, entiendas el concepto, pero que sientas que hay piezas mal colocadas en el puzle general. Eso sí, no negaré que haya quien la acabe disfrutando, descubriendo lecciones de valor personal, confianza e importancia de familia.
Siendo la trama tan básica, al menos nos queda una elección de secuencias más que interesante. Hay que destacar las escenas musicales, con buenas coreografías y una implementación de Lilo más que aceptable dentro del plano [nada comparable a ese Cats (2019)].
Una montaña rusa de personajes
Lilo encabeza los nombres de esta producción. A pesar de que no puede hablar, puedes llegar a empatizar con él a través de gestos o las canciones, aunque te costará entender ciertas soluciones que ofrecen a algunos momentos. Es claramente el gran atractivo y los directores lo saben. A pesar de que hablaremos después del CGI y las canciones, no es posible dejar pasar la oportunidad de mencionar el buen hacer de Shawn Mendes a cargo de su voz.
Ver a Javier Bardem fuera de su registro es algo que podría generar dos escenarios y la balanza ha caído hacia el lado positivo. Héctor P. Valenti es histriónico, activo y muy teatral y acaba convirtiéndose en el centro de cada escena en la que aparece. El trabajo del actor español es más que destacado, convirtiéndose en un pilar para la película.
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Bardem se convierte en todo un showman y mago en pantalla, siendo una gozada verlo |
Cierra el círculo protagónico la familia Primm, siendo Josh -Winslow Fegley- el más destacado en cuando a participación, aunque su actuación queda un poco floja. Sus personajes presentan emocionalmente algún desajuste que acabará siendo resuelto a lo largo de la trama.
Además, por destacar alguna de las demás actuaciones, mencionaré a Brett Gelman en su papel gruñón de Mr. Grumps, que sirve de alivio cómico de muchas escenas.
Píxeles con evocaciones al show
Si algo hay que tener en cuenta en una película musical son sus canciones. A cargo de ellas están los reconocidos compositores Benj Pasek y Justin Paul, con una dilatada carrera en al ámbito y cuya influencia impregna cada una de las melodías. Con su estilo propio, son capaces de entregar unos números muy curiosos con con letras interesantes, interpretados correctamente por cada uno de los actores. Sin duda, uno de los aspectos más destacados. Junto a ellos, Matthew Margeson, acompaña la acción con acordes bien elegidos para cada momento.
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Como no podían faltar, habrá referencias a las ilustraciones del libro
original en el que se basa la obra |
Sobre el CGI, hay que reconocer que Lilo está muy bien implementado dentro de cada una de las escenas en las que aparece. Perteneciendo a esas películas que juntan elementos reales con otros animados por ordenador, la conjunción de ellos se nota real y los diseños se encuentran bastante logrados. Por poner una nota más negativa, tenemos a Loretta, el gato del vecino, cuyo rostro tiene momentos menos reales.
Conclusión
Lilo, mi amigo el cocodrilo es una película que pudo ser mucho más y se ha quedado en poco. Con un apartado artístico más que sobresaliente y unos actores rendidos a sus personajes, desarrolla una historia plana que pide más (y más teniendo en cuenta las posibilidades tras el inicio). La mayoría de los niños saldrán encantados, pero los padres se resentirán y tendrán que agarrarse a las escenas musicales (no siempre bien desarrolladas narrativamente). Las canciones son divertidas y bien compuestas y el CGI cumple con creces.
Lilo, mi amigo cocodrilo llega a los cines españoles hoy, 21 de octubre de 2022. Si tienes un niño pequeño, te gustará verlo disfrutar con la película.