Qué son y cómo funcionan los NFT

Últimamente no hacemos más que escuchar NFT por aquí y NFT por allá, con polémicas varias y en el sector de los videojuegos. Pero ¿qué es un NFT y por qué no dejamos de escuchar sobre ello?
 
Como se dice en Forrest Gump: “tonto es el que hace tonterías” y yo no sé si lo soy, tonta, digo, que probablemente sí, pero para serlo cada vez menos, necesito que me expliquen las cosas “como si fuera tonta” y así voy a enfocar este post sobre NFTs, por lo que no penséis que considero que los demás son tontos/as, es que me gusta expresarme simplificando a la máxima potencia. Pido disculpas a los eruditos/as del NFT que consideren esta explicación de perogrullo.

Vamos allá: ¿qué demonios es un NFT? Para empezar son las siglas de “non-fungible token” y no, no significa que algo no se puede fundir, sino “token no fungible”. Averiguar qué significan las siglas es fácil, pero ahora la hemos liado porque no todo el mundo sabe lo que es un token ni ha conjugado el verbo fungir, ¡cómo para conocer el adjetivo!

Token no aparece en la RAE, así que hay que buscar su significado en otras fuentes, a mí me sonaba de la época Emule que era como un trozo de datos, dentro del entorno informático. Un cacho de una cosa, vamos. Pero el entorno financiero también tiene sus tokens y de aquí es donde encontramos en Bee Digital que un token es: 
“Conjunto de datos que actúa en representación de otros más valiosos, para protegerlos y evitar vulnerabilidades”

Para mejor entendimiento, un ejemplo clarinete, un token es como la ficha de un casino, que representa el dinero que te vas a jugar, pero no es tu dinero. Si pierdes un montón de fichas del casino, es como si perdieras la cartera, como si extravías los billetes contantes y sonantes. Y si otra persona encuentra las fichas, éstas no están serializadas como los billetes y el afortunad@ desconocería el origen del valor. ¿Por qué comento esto? Porque el token protege la información sensible: se pueden hacer operaciones con él sin exponer por ejemplo, el número de cuenta bancaria.

Jopetas, vaya rollazo estoy metiendo y yo que pensaba que iba a poder explicar esto de forma alegre y amena. ¿Hola? ¿Hay alguien ahí?

Bueno, alguien seguirá leyendo esto. Continuemos con la palabra “fungible”, que según nuestra misógina RAE es un adjetivo que significa que “se consume con el uso”. Ale, ¿cómo os habéis quedado?

Recapitulemos, según toda la trisca que os he dado hasta ahora, un NFT es un trozo de una cosa que no se puede consumir con el uso. “Todo esto es mega retorcido”, pensaba yo, y lo es, pero llevado a lo práctico, es más sencillo.

Para empezar hay muchos tipos de tokens, seguro que os suenan las criptomonedas, por ejemplo, o el blockchain, orientado a la seguridad ¿y en el caso del NFT? Pues se usa, ojo cuidao, para dar autenticidad a las obras de arte digital. Seguro que ya veis su vinculación con los videojuegos, los cómics y todas las frikadas que nos encantan y que están compartiendo titulares con NFT.

Total, que tenemos un archivo digital, que es único y no puede consumirse. Aquí es donde particularmente mi cabeza explota, será por lo que me gusta el control+c y el control+v, pero me resulta difícil asimilar que un ente digital sea único en su especie y encima no se pueda consumir (¿entonces para qué lo quiero?). Sus características son posibles gracias a la tecnología blockchain, que además de las criptomonedas, también codifica y descentraliza con seguridad los tokens no fungibles, ¿cómo? Pues los registra y les asigna un número único, una cifra chachi guay que da a quienes posean NFT la autenticidad ante las réplicas, puesto que el registro contiene los derechos de autor y los datos de su propietario/a.

Muy bien, tenemos un numerito que dice que somos poseedores únicos de un archivo digital que no se puede consumir, ¿para qué me vale? ¿Por qué los NFT se venden por escandalosas sumas de dinero? Según The Conversation:
 “Aunque en internet existan copias y versiones, el NFT corresponderá al contenido original. El creador tendrá asegurado el 10 % de las transacciones futuras. Así, mientras al comprador le corresponden los derechos de propiedad, también se preservan los derechos de autoría.”


Esto pinta mejor, ¿no? Compro el NFT del meme de Julio Iglesias “y lo sabes” y cobro el 10% cada vez que alguien lo use, ¿no? Habrá que pedir consejo a la SGAE para hacer seguimiento de estas cosas. Por cierto, mientras escribo estas palabras, descubro que el famoso meme “disaster girl” es un NFT, ¡así que a pagar a quien lo ha comprado!


 

El sector de los videojuegos se sube al carro de los NFTs

Recientemente a este post, Konami volvió a perder followers por celebrar el 35 aniversario de Castlevania lanzando una colección de NFTs de su famosa franquicia. ¿Para qué desarrollar una nueva entrega si nos pueden vender un cacho de cualquiera de sus juegos? Ni una triste remasterización, oiga. Lo siguiente será un NFT de una bola de Pachinko. No digo que no se sumen al negocio de los NFTs, pero no está reñido con hacer más cosas para celebrar el aniversario.

Yosuke Matsuda, CEO de Square Enix, ha declarado que la compañía incluiría los NFTs en su plan de negocio y tras decirlo, las acciones de la compañía subieron O.o el CEO espera que la propiedad digital sea tan normal para l@s usuari@s como la propiedad física.

Otras desarrolladoras como Ubisoft y SEGA han hecho sus pinitos con los NFTs con la esperanza de que, si esta tecnología se asienta y tiene éxito, estén preparados. Hasta el influencer Willyrex agitó las redes sociales anunciando su simpatía e introducción a los NFTs.

A mí solo me queda una reclamación: ¡Tito Phil! ¡Quiero un NFT tuyo!
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Tan friki como manca, policonsolera y aficionada a todos los géneros pero en especial, el survival horror. Silent Hill es mi destino ideal de vacaciones. Espero aprender mucho con www.chicasgamers.com

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