El amor es una de las cosas más complicadas para los seres humanos: abarca muchas sensaciones y en muy poco tiempo. La forma en la que la sociedad concibe el amor evoluciona en paralelo a la sociedad misma.
Fruto de esa evolución y de una nueva forma de entender el amor nace esta película de Fernando Colomo: Poliamor para principiantes (2021).
¿Quieres saber qué nos ha parecido?
¿Qué me estás contando?
La madeja argumental en torno a la que Fernando Colomo hila esta película no presenta mucha complejidad, aunque su sencillez parece estar justificada por un espíritu didáctico que prima sobre la narrativa.
Desanima un poco que los puntos de apoyo sean tópicos, como casi todo en la película. El más notable, simplemente por el hecho de que ocupa más tiempo de pantalla que ningún otro es el protagonista, que entra de lleno en el tópico de adulto –veintiocho años– friki de los superhéroes y youtuber de tercera sin oficio ni beneficio que todavía vive en casa de sus padres: Manuel. Sus padres también son presa de los tópicos, conformando una pareja que lleva casados muchos años y cuyo matrimonio se va a pique lentamente por culpa de la rutina.
Cuando nuestro infeliz y despistado protagonista siente un flechazo –quizá ligeramente forzado en cuestiones de guion– por Amanda, entra en un mundo en el que jamás se esperaría acabar: el del poliamor. Embarcando a su padre Satur en la aventura, este curioso dúo verá cómo cambia su vida de un día para otro sin comerlo ni beberlo, conociendo por el camino a un variado elenco de personajes secundarios. Aquí es donde se descubre el eje principal de la trama: el choque cultural. Manu y Satur, tan acostumbrados al amor romántico tradicional, se ven sorprendidos por las nuevas costumbres del poliamor, personificadas en el grupo con el que Amanda mantiene más relaciones. No obstante, este choque cultural es bidireccional en ciertos puntos de la película, por lo que Amanda y su grupo también entrarán en conflicto con las ideas que traen Manu y Satur desde casa. Este movimiento de Colomo es de agradecer, y aligera en ciertos momentos el desarrollo narrativo de la cinta, propiciando a la larga el desenlace de la misma.
¿Quién es quién?
Poliamor para principiantes no es uno de los ejercicios de guion y dirección más difíciles de esta temporada. Es una película agradable de filmar exenta de temas espinosos y controvertidos, inclusiva e integradora –no en vano cuenta con personajes transgénero– y con un espíritu afable y didáctico que acerca una realidad nueva a los espectadores menos familiarizados con ella. Los personajes explican a otros algunos conceptos a fin de que lleguen hasta el espectador en una clásica pero efectiva ruptura de la cuarta pared.
Este enfoque didáctico es –a mi juicio– una de las ideas más importantes de la cinta de Colomo que cumple con su propósito usando de cuando en cuando el humor –aunque de forma simplista y con algún chiste más verde que otro– como vehículo transmisor.
Ya he comentado levemente los personajes protagonistas; pero los actores secundarios de la cinta tampoco van más allá. La película se torna en un juego de eliminación que Manu quiere ganar para ser la única pareja de Amanda. Los integrantes del círculo de la doctora muestran personalidades diferentes pero no evolucionan como personajes hasta casi la escena final de la cinta, donde se produce el gran cambio para todos los personajes, incluido Manu. El círculo de Amanda es una colección de personajes de lo más variopinto: Claudia –una chica transgénero que emprende un proyecto de moda con el apoyo financiero de Amanda–, Alex –un modelo musculado con un toque espiritual– y Esteban y Marta –una acomodada pareja de médicos con dos hijos–.
Los tintes comiqueros no solo están presentes en el personaje de Manu, sino también en su desarrollo como personaje, quizá el más trabajado por los guionistas junto con el de Satur. La dupla protagonista que forman Manu y su padre –la madre, interpretada por Toni Acosta, se prodiga en pantalla durante los compases finales de la película– está construida siguiendo el modelo de uno de los héroes más famosos de la franquicia de DC: Batman. Las menciones directas al Cruzado de la Capa son una de las pistas que aclaran qué esquema une a padre e hijo: cuando Manu asume la doble identidad del youtuber enmascarado El Ranger del Amor, Satur fluctuará entre los papeles de Alfred –como figura paterna de Manu y consejero durante su aventura como Ranger– y Robin –sirviendo de compañero cuando Manu debe enfundarse el traje–. A su vez, Manu también debe lidiar con el dilema de la doble identidad de cara a Amanda y a su círculo, tal y como lo hace Bruce Wayne en sus apariciones en cómics, películas, series y videojuegos.
En la sala de máquinas
Tomando en cuenta los argumentos expuestos anteriormente, puede que haya quedado claro que la importancia de Poliamor para principiantes reside –al menos, desde mi humilde punto de vista– en la cuestión didáctica relacionada con el poliamor. En ese sentido, la cinta carece de grandes despliegues de efectos de sonido ni visuales –acertadamente, puesto que solo contribuirían a enfangar la película y dificultar su visionado– y cuando estos están presentes en la pantalla están estrictamente relacionados con la escena que el espectador tiene delante. Rescatando la idea de convertir a la cinta en una especie de cómic animado e hiperrealista, los efectos especiales son, directamente, las clásicas onomatopeyas o la división de la pantalla en viñetas usando las tiras blancas propias del medio. Asimismo, algunos de los términos más llamativos son rotulados en pantalla para que el espectador pueda asimilarlos más fácilmente.
Con una fotografía correcta y sin despliegues de grandeza ni extravagancia, los 98 minutos de película quedan aderezados por dos canciones que se repiten en contadas ocasiones: Poliamor Bendito –de melodía alegre y pegadiza– y Ranger del Amor –un curioso homenaje al mítico tema de los Mighty Morphin’ Power Rangers de los años noventa–.
Yendo al turrón
Todos hemos cultivado con mayor o menor asiduidad –incluidas grandes firmas del periodismo patrio contemporáneo– el tópico de que las películas españolas son rematadamente malas. Este axioma, como casi todos, es verdadero a medias. Es cierto que algunas producciones tienen una calidad cuestionable a ojos de la crítica; pero proyectos como los de Álex de la Iglesia o Alejandro Amenábar son la excepción a la regla.
La nueva película de Fernando Colomo tiene una crítica negativa muy fácil de construir, apelando a su sencillez y simplicidad del medio usado para abordar un tema como este, pero realmente apenas hay otra alternativa. Seamos realistas, Colomo es un cineasta de categoría que se mueve en ámbitos diferentes a los de Amenábar o de la Iglesia y por tanto debemos ajustarnos a estos parámetros. Tampoco cabe, por supuesto, desprestigiar al cine español por este mismo motivo: cada director ejecuta sus películas de acuerdo a su filosofía.
Poliamor para principiantes se explica a sí misma: aborda un tema complicado para muchos de forma concisa, simple y natural; adoptando un carácter de manual audiovisual presentado por actores y actrices más acostumbrados al género comédico –como Toni Acosta– y con profesionales apegados al cambio de registro –Karra Elejalde o Quim Ávila–. Aderezado con algunos chascarrillos aventurados en terrenos no aptos para todos los públicos y que arrancarán más de una carcajada por su extravagancia y familiaridad –yo no diré nada, no os preocupéis–, el coloquialismo de la cinta desborda con el uso puntual de algunas palabras malsonantes y la contada aparición de escenas subidas de tono que no suman nada provechoso –exceptuando una que sostienen Manu y Amanda–.
Colomo ha sido capaz de darle la vuelta al género de la comedia romántica destruyendo el amor tradicional y colocando en su lugar el poliamor, con un resultado aceptable y con una estética limpia que convierte a Poliamor para principiantes en una película interesante por su tema y la forma de abordarlo.