Hoy os traigo el análisis de Immortal Realms: Vampire Wars en Xbox One, un título que está en su fase final de desarrollo, pero que se presenta como un juego muy cuidado y que solo puede mejorar con el paso del tiempo. En un mundo donde el recurso favorito de los gobernantes es la sangre, la guerra es el pan de cada día…


La leyenda jamás contada

Los vampiros nacieron –supuestamente– en el siglo XV gracias al diabólico pacto que el príncipe de Valaquia –región de la actual Rumanía– Vlad Tepes usó para expulsar a los invasores otomanos de sus tierras

Las habladurías y leyendas que surgieron en torno al gobernante y el presunto linaje de inmortales que nació de él –conocido como El Empalador por la grotesca forma que tenía de dar fin a sus enemigos– son la base que tomaron John Polidori –padre del vampirismo decimonónico cuyas bases han llegado hasta hoy (1819)–, Le Fanu –Carmilla (1872)–, Gautier –La muerta enamorada (1831)–, Bram Stoker –Drácula (1897)– y otros para forjar sus creaciones atemporales.
Pero por mucho que me guste, esto no es una disertación del vampirismo en la Literatura universal, por lo que las referencias a la carta XX de Benito Jerónimo Feijoo (1753) y a la Disertación de Agustín Calmet (1746) las dejaré para otro día. 
El Empalador siempre está dispuesto a entrar en batalla

La leyenda del vampirismo continúa viva gracias a Immortal Realms. Comandando a los líderes de clanes vampíricos diferentes, el jugador deberá desentrañar los misterios de un continente inmenso dividido en varias provincias, cada una con sus particularidades propias y que sirve como hogar para cada uno de los clanes.

A sus órdenes, general

La jugabilidad de Immortal Realms está basada en el esquema clásico de títulos anclados en sistemas de combate y gestión de imperios por turnos. La fase inicial es la de posicionamiento, en la que el jugador dispone de una franja del campo de batalla para colocar a sus unidades. Cuando se da comienzo a a la batalla, los turnos se van sucediendo, y las diferentes unidades –cada una tiene un rango de movimiento y estadísticas propias– luchan entre ellas.

A pesar de sus tres modos de juego, todos ellos utilizan los mismos ejes para el combate y la administración de los territorios conquistados; si bien esta técnica –muy manida por cientos de miles de títulos– recibe un par de dosis de personalidad perfectamente integradas en la estética y mecánicas del juego: las cartas y las fuentes con efecto.
Las interfaces del mundo recuerdan a otros títulos, pero con un diseño carismático

La primera incorporación al vetusto sistema por turnos de combate y gestión de imperios hace las cosas más interesantes, puesto que el devenir de los territorios que controlamos depende de nosotros mismos y del uso que hagamos de nuestras propias cartas, cuyos usos se multiplican y sirven para ocasiones muy concretas: mientras algunos de estos power-ups tan curiosos nos otorgan más recursos con los que reclutar tropas, otros nos dan la oportunidad de tomar ventaja sobre nuestros enemigos reclamando sin esfuerzo una de sus regiones o nos dejan incorporar un regimiento más a nuestros ejércitos por un precio muy rentable.

La segunda incorporación, si bien podría pasar más desapercibida juega un papel clave en el desarrollo de las batallas, y es un elemento que debe ser tenido en cuenta a la hora de planificar los movimientos y estrategias de nuestras unidades. La adición de fuentes con diversos efectos en el campo de batalla permiten sanar a las unidades, potenciar su ataque o fortalecer su defensa para resistir los embates del ejército enemigo. 
Las fuentes serán la piedra angular sobre la que construir nuestra estrategia en el campo de batalla

El modo campaña es uno de los que más posibilidades ofrece, y corresponde a la parte narrativa o cercana a la historia y trama del título, en la que el jugador encarna a diferentes líderes vampíricos en una lucha por lograr sus propios objetivos y asegurar su supervivencia en entornos extremadamente hostiles y llenos de conspiraciones.

Cada comandante tendrá su propio arco argumental, con sus motivaciones y sus acontecimientos propios, que lo llevarán a tomar unas decisiones u otras para hacer que la trama avance.La dificultad añadida de este modo radica en las condiciones de juego, restringiendo al jugador de determinados recursos o acciones con el objetivo de facilitar la inmersión y hacer que quien está al mando use su mente como un verdadero estratega militar, valorando y sopesando el precio de cada movimiento y acción.
Los clanes tienen sus puntos débiles y sus ventajas específicas, y es difícil escoger un favorito

El modo más extenso es, sin duda, el modo libre. En esta forma de juego, quien tiene el mando en su poder es quien pone gran parte de las reglas. El jugador elige el escenario, el clan que desea comandar, la condición de victoria –requisito para declarar un vencedor, puesto que no hay límite de turnos– y el nivel de dificultad de la partida –colocada en cinco niveles: fácil, más difícil, modo férreo, personalizado y por defecto– a través de simples ranuras de ajuste.

La capacidad de adaptación de este modo recuerda a los modos conquista que aparecen en títulos de género similar, como la saga Total War -también de gestión de imperios por turnos aunque con combate en tiempo real- o los Battlefront de Pandemic.
La condición de victoria determinará la duración de nuestra partida en el modo libre

El último modo de juego es el modo de escaramuza. Este modo es ideal para los fanáticos de la acción directa y de entrar en batalla sin preámbulos ni excusas narrativas que justifiquen el derramamiento de sangre enemiga. El modo escaramuza es –de largo– el que ofrece un mayor grado de personalización, puesto que el jugador puede moldear la batalla a su antojo escogiendo clan, las unidades que pelearán en el campo de batalla, los objetos y conjuros asignados a cada general y el mapa que será testigo del choque. 

Además, la dificultad no está fijada en este modo al uso, sino que depende de las elecciones del jugador. Si decidimos enfrentarnos en solitario a un señor totalmente equipado, de nivel 10 y que comanda con unidades de categoría III, la batalla será un verdadero reto solo apto para las mentes cercanas a Napoleón o Sun Tzu.
El modo escaramuza es perfecto para los amigos de la guerra sin excusas

Aunque también podemos escoger la vía fácil e invertir los papeles: mientras que el señor bajo nuestro control cuenta con las mejores tropas y está plenamente equipado, el débil rival es un pobre vampiro recién salido del ataúd que no tendrá ninguna oportunidad contra nuestras huestes sedientas de sangre.

Como todo, el modo escaramuza ofrece la posibilidad de equilibrar las batallas y -me atrevo a aventurar- supone un magnífico campo de pruebas y entrenamiento para quienes aspiren a dominar por completo el sistema de combate de Immortal Realms.

Los cinco sentidos vampíricos son mejores que los humanos 

Pero ello no me impide apreciar la importancia que los responsables de Kalypso han otorgado a ciertas áreas del apartado gráfico sin descuidar el resultado general. Las imágenes de las cartas, con una animación excelente, son el punto fuerte del visual de Immortal Realms, y los retratos de las unidades y los señores estos últimos son bastante similares entre sí y echo en falta algo de personalidad en ellos encajan perfectamente en la tenebrosa temática que ambienta el conjunto.

Los edificios y los entornos completan un parterre de vistosidad gráfica que invita a conquistar todas las provincias, aunque solo sea para imitar aquella famosa escena de El Rey León (1994): «toda la tierra que baña la luz del Sol son mis dominios».
Incluso las cinemáticas hacen que Immortal Realms sea un juego apetecible visualmente

Los sonidos y la música de Immortal Realms son otro de los aspectos más vistosos. Aunque la música es un buen complemento y armoniza con los menús y las batallas, los efectos sonoros son la verdadera joya de la corona en la sección auditiva: me ha resultado especialmente satisfactorio escuchar el cacharreo metálico de las armaduras de las unidades mientras se mueven por el campo de batalla y los gritos de dolor y esfuerzos de los combatientes al ser golpeados o al atacar a los rivales. Eso sí es coherencia e inmersión: hasta los licántropos, cuando reciben daño, dejan escapar varios gemidos de dolor como haría un perro.

Conclusión

Immortal Realms: Vampire Wars es un buen título, que cumple con las expectativas que se le exigen a un juego que se ordena en torno a un sistema de gestión de imperios y combate por turnos; añadiendo varios toques de personalidad propia y de desparpajo en sintonía con la temática y la estética de la obra– que lo diferencian del montón y lo hacen destacar.

Esa personalidad es lo que hace que Immortal Realms sea rejugable y no se convierta en una experiencia de una sola vez, gracias a pequeños trucos como las condiciones de victoria en el modo libre, la personalización máxima del modo escaramuza y las cartas que entran en juego en todos y cada uno de los lances de este título creado por Kalypso Media.

Immortal Realms: Vampire Wars está disponible para PS4, Xbox One, Nintendo Switch y PCSi te gusta el juego y estás pensando en comprarlo, te dejamos un enlace a Amazon donde poder hacerlo.

Lo mejor

– Los tres modos de juego se mantienen frescos constantemente y ofrecen muchas posibilidades
– El diseño de los personajes y unidades de cada clan marca realmente la diferencia
– Intuitivo y con curva de aprendizaje y dificultad equilibrada para jugadores familiares con el género

Lo peor

– La variedad puede resultar confusa al principio para el jugador no habituado a títulos del estilo
– La mecánica de las cartas, si bien encajada perfectamente, puede despistar a quienes no le presten la atención necesaria
– De nuevo, el sistema de combate y gestión de imperios por turnos es la mecánica principal, solo salvado por destellos de la personalidad del título
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Fan incondicional de las historias de misterio y de detectives. Crecí con una Xbox 360, y desde entonces siempre he estado al lado de Microsoft. Me encantan Batman y Star Wars. Curioseo libros de Historia y de Arte, colecciono figuras y hago periodismo aquí siempre que puedo.

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