Pese a que ya no vemos su nombre en la lista de lanzamientos AAA, seguimos relacionando a Konami como una de las empresas de videojuegos más grande. No es para menos, protagonizó una edad de oro con la plataforma MSX, tuvo al emblemático hago-de-todo Hideo Kojima entre sus filas, padre de joyas como la saga Metal Gear, acogió al Team Silent para lanzar la saga Silent Hill y le plantó cara a FIFA con PES sin licencias y con la jugabilidad por bandera.
¿Qué ha pasado entonces que ahora cada vez que leemos una noticia de la compañía japonesa tiene que ver con el pachinko o los gimnasios?
El Pachinko es un tipo de máquina tragaperras con un sistema de juego muy parecido al pinball. El jugador debe introducir un montón de bolas a la máquina que se van desplazando. En el centro de la máquina hay un mando con el que se regula la caída de las bolas. El objetivo es conseguir derivar las bolas a unos huecos especiales y evitar que caigan al fondo, ya que esas bolas no dan ningún premio. Según el número de bolas que se tengan, se podrán conseguir premios o seguir jugando.
Este juego tan sencillo tiene enganchada al 10% de la población japonesa que juega al menos una vez a la semana a las Pachinko. Esto se traduce en un gasto para los jugadores de 171.900 millones de euros al año, una cantidad nada desdeñable y que seguro no ganan vendiendo videojuegos, ¿veis por dónde voy? El Pachinko genera el doble de dinero que la exportación de coches en Japón y más ganancias que los casinos de Las Vegas. Vamos, que todo es cuestión de pasta.
Aunque todo esto tiene truco porque en Japón las apuestas están prohibidas y para eludirlo, los dueños de los locales han creado un sistema de compraventa de premios para saltarse la ley a la torera. El negocio está en que las bolas que consigues jugando a estas tragaperras las canjeas por premios como consolas, juegos, peluches, étc. Estos premios, luego se venden en la tienda de al lado donde está la sala de Pachinko, así obtienes dinero jugando a estas maquinitas.
Konami ha optado por seguir amortizando sus principales franquicias de videojuegos bajo este modelo de negocio. Sagas como Castlevania, Metal Gear y Silent Hill han visto su versión de Pachinko. Concretamente, Silent Hill: Escape es la última tragaperras de Pachinko de Konami. Y ya son unos cuantos años desde que Konami decidiera lanzarse en este nuevo camino en el 2015. Por aquel entonces y aprovechando la licencia de Castlevania, lanzó una máquina Pachinko con un nombre un tanto desafortunado, Castlevania: violencia erótica, a la que le siguió una inspirada en Silent Hill y otra en Metal Gear Solid 3: Snake Eater. Todas ellas con un trato desfavorable por parte de los jugadores de videojuegos que veían como sus franquicias preferidas acababan en unas tragaperras.
A medida que se centraban en las Pachinko el desarrollo de videojuegos disminuía, lo que provocó la cancelación del sonado Silent Hills y la posterior marcha de Hideo Kojima de la empresa. Y aunque a nosotros esto nos entristece, a Konami no y más a la vista de sus resultados financieros que aumentaron un 70% en 2016 tras empezar con el nuevo negocio, registrando ganancias de 29.600 millones de yenes, aunque puede que no sea el único motivo, puesto que también por el 2015, el Parlamento japonés aprobó una legislación para legalizar los casinos.
Pero a pesar de estos buenos datos económicos, no es oro todo lo que reluce y si no, que se lo digan a los trabajadores de Konami, quienes han visto como aquellos que se consideran «no útiles» a ser obligados a trabajar en la fábrica de máquinas pachinko como guardias de seguridad o personal de limpieza en los gimnasios que también tiene la empresa nipona. Este trato tan gentil (nótese ironía) se extendió no solo a trabajadores de a pie por así decirlo, si no que también llegó a productores y desarrolladores senior que habían trabajado en grandes títulos de la saga. Y por si fuera poco según el informe Nikkei, también les vigilan de cerca con cámaras de vigilancia y con tarjetas de tiempo para que puedan almorzar.
En definitiva, este cambio de estrategia y a pesar de que no nos guste, es algo que responde a todo lo que hace una empresa, pensar en ganar más y más dinero a costa de lo que sea y en Konami ha sido a costa de los videojuegos para nuestra desgracia.
RIP Konami
A medida que se centraban en las Pachinko el desarrollo de videojuegos disminuía, lo que provocó la cancelación del sonado Silent Hills y la posterior marcha de Hideo Kojima de la empresa. Y aunque a nosotros esto nos entristece, a Konami no y más a la vista de sus resultados financieros que aumentaron un 70% en 2016 tras empezar con el nuevo negocio, registrando ganancias de 29.600 millones de yenes, aunque puede que no sea el único motivo, puesto que también por el 2015, el Parlamento japonés aprobó una legislación para legalizar los casinos.
Pero a pesar de estos buenos datos económicos, no es oro todo lo que reluce y si no, que se lo digan a los trabajadores de Konami, quienes han visto como aquellos que se consideran «no útiles» a ser obligados a trabajar en la fábrica de máquinas pachinko como guardias de seguridad o personal de limpieza en los gimnasios que también tiene la empresa nipona. Este trato tan gentil (nótese ironía) se extendió no solo a trabajadores de a pie por así decirlo, si no que también llegó a productores y desarrolladores senior que habían trabajado en grandes títulos de la saga. Y por si fuera poco según el informe Nikkei, también les vigilan de cerca con cámaras de vigilancia y con tarjetas de tiempo para que puedan almorzar.
En definitiva, este cambio de estrategia y a pesar de que no nos guste, es algo que responde a todo lo que hace una empresa, pensar en ganar más y más dinero a costa de lo que sea y en Konami ha sido a costa de los videojuegos para nuestra desgracia.
RIP Konami