Hoy vengo a confesaros otra de mis adicciones (qué raro ¿no?). Primero Clash Royale, luego el bebercio la fiesta, que sí… bueno, lo dejamos aquí mejor). Para no exacerbar en demasía vuestros juicios, me remontaré a una historia de mi tierna infancia para conmover un poco vuestros corazoncitos.

Hace tantos, taaaantos años (que no confesaré NUNCA en qué época sucede esta historia), acompañaba a menudo a mi abuelo al bar los domingos. Era costumbre llevarse a los nietos que no daban la brasa para quedar bien con la familia, y como mis primos eran muy inquietos y yo, sospechosamente, demasiado callada y tranquila, mi abuelo me elegía para que me quedara sentadita y calladita a su lado mientras echaba la partida con sus amigotes. La partida (en realidad partidaS) era o bien el tute, o la brisca o mi favorito: el dominó.

Los juegos de cartas o el mismo dominó, son de estrategia, pero también responden al azar, puesto que el reparto de cartas o fichas ¡es una lotería! y la mala suerte es un personaje más en la partida.


El caso es que bien pronto aprendí a jugar diversos juegos de cartas de toda la vida (seises o cinquillos según de donde seas, el chinchón, el mus, el mentiroso, etcétera), también a hacer trampas que quedaban bien discretas con mi silencio y cara de no haber roto un plato. No solo cartas, juegos de mesa de tablero como la oca, el parchís (favorito de mi madre que se mantiene en una posición imbatible actualmente).

Nuestros domingos familiares se llenaban de horas de gameplay analógico en multijugador de estos juegos de toda la vida, que no necesitaban ni siquiera actualizaciones. Guardo con mucho cariño el dominó de mi abuelo, la mejor herencia que me pudo dejar aparte de sus conocimientos lúdicos (me enseñó muy bien a jugar al dominó, un día le acabé ganando, y fue la única vez que a mi abuelo, no le molestó perder).
El Chinchón, otro juego donde mi madre nos apalizaba a toda la familia

Hoy día estos juegos clásicos de mesa te los puedes encontrar gratis ya sea para el móvil o celular, la tablet o en el mismo ordenador desde una web o redes sociales como Facebook. No tiene el encanto de lo presencial (mis tardes en familia jugando no tienen precio), pero sí la ventaja de la cercanía digital con el multijugador online. Ahora mismo vivo a 500 km de mi madre y me encanta poder echarme una Oca online con ella desde el móvil o un tres en raya (al parchís no porque la muy maldita siempre gana, y ya pierdo bastante al Clash Royale).

Cuando ya fui más mayor (y sobre todo, con edad legal para jugar), me aficioné… bueno esto es difícil de confesar… me aficioné ¡al Bingo! Esto no es fácil de confesar porque básicamente, cuando me sugirieron de ir al Bingo por primera vez, mi respuesta fue «¿Bingo? Eso es algo para la tercera edad» (en realidad dije «viejos»). Sin embargo, los avatares del destino quisieron que probara aquello de lo que había renegado y hoy día me encanta escuchar a las señoras murmurar maldiciones cada vez que grito «wiiiiiiii» por cada número que tacho en el cartón.


¡Y cómo disfruté! Es cierto que un gran porcentaje de los que asisten asíduamente al bingo, son de avanzada edad, pero cada vez más de los que aún nos queda para jubilarnos nos pasamos por allí, a tomar la primera antes de salir y oiga, si cae un binguito antes de partir, ya tenemos la noche hecha. El problema es que somos demasiado ruidosos para lo que los clientes habituales están acostumbrados, no puedo evitar recordar con una sonrisa cada vez que se cantaba una línea o bingo, cómo maldice el resto, o cómo entre murmullos se oyen muchas quejas por la emoción que se muestra (yo soy bastante ruidosa) por tan solo tachar un número del cartón.

Años después, en modo pro, me aficioné a visitar casinos y a probar sus clásicos juegos de azar como poker, black jack, dados… bueno, al poker empecé a jugar en la universidad, en ingeniería las matemáticas y las probabilidades son importantes XD

Toda aquella experiencia universitaria me fue muy valiosa en Red Dead Rempdention, después de intensas jornadas arreando ganado, ¡qué bien venía relajarse un rato perdiendo lo ganado en el póker! Perdiendo quien le tocara, yo ganaba, triplicaba el salario echando el resto y levantándome a la vez que cruzaba brazos, ¡anda que era chulo mi John Marston!

En RDR no solo se podía jugar al poker, también apostar en carreras de caballos

Los juegos clásicos de casino se puede encontrar en su propia aplicación, web de juegos y como minijuegos de videojuegos importantes, donde podremos poner de aval dinero real o digital. Personalmente, prefiero estar en una mesa en vivo y en directo, pero como ya he contado, no negaré haberme pasado unas cuantas horas dándole al poker desplumando a mis enemigos en videojuegos como Red Dead Rempdention.

Otro juego que también tiene su aquel con el azar es el Gwynt o Gwent ahora que la popularidad que se ha ganado ha sido tal, que tiene un videojuego spin-off con el que se celebran torneos con cuantiosos cheques para quien gane. Mi adicción al Gwynt fue tal, que diría que un 20% al menos de los cientos de horas que le eché a The Witcher 3, fueron empleadas en echar partiditas. Sin embargo el Gwent no me llegó a enganchar, demasiadas variables a tener en cuenta para jugar y lo que era un sencillo pero magistral juego de cartas, se convirtió en una complicada batalla digna de estrategas del pentágono.

Como todo en esta vida, el exceso es malo y hay que controlar el uso y tiempo en este tipo de juegos donde se apuesta, hay que divertirse pero también jugar con responsabilidad (yo tengo a Estela que me riñe si me paso).

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