AMORES IMPOSIBLES: LESTER KNIGHT CHAYKIN Y BUDDY

¿Cuántos de vosotros habéis derribado barreras culturales, interraciales e interplanetarios para aventurarse en un romance con un extraterrestre en Mass Effect? Gracias a la franquicia de Bioware, tuvimos la oportunidad de poder explorar la experiencia con una asari, un turiano (a ver si habilitáis la posibilidad con un krogan ¡malditos!), etcétera. Ahora podemos vivir un romance con un alienígena en un videojuego pero antes, mucho antes, concretamente en 1991, aunque no pudimos vivirlo ni experimentarlo, sí lo deseamos. En los 90 ya viajamos a otro planeta en la piel de Lester Knight Chaykin, un joven y prometedor físico que debido a un accidente con un acelerador de partículas, debe enfrentarse a peligros y razas desconocidas con las manos desnudas en un planeta del que ni siquiera sabemos el nombre, pero no todo era una amenaza para el desafortunado Lester, porque incluso dentro del caos, guerra y lucha por la supervivencia, también se superpone el amor, el amor que Buddy le dio, no solo para ayudarle, también para salvarle la vida.

Es curioso cómo nos alucinan los romances alienígenas en Mass Effect donde perdemos la cordura por besar y llegar a copular con seres vivos con forma y textura de reptil o de un molusco, o sin verle siquiera el rostro ¡y vaya a saber usted texturas y fluídos se va encontrar debajo de esa máscara oiga! y sin embargo, en la vida real o la que Matrix nos dice que es la real, nos puede repeler una diferencia física humana como puede ser el color de piel, diferencia de sexo o de peso mismamente. Cuando vamos a otro país, es inevitable estar un poco alerta por cómo nos van a recibir, e incluso nos preocupa no hacer algo culturalmente normal para nosotros pero maleducado para las normas del lugar donde nos encontramos (quitarse los zapatos en Japón, por ejemplo). Si estas preocupaciones vienen a la mente cuando nos desplazamos teniendo «permiso» para  entrar en otro país, ¿cómo será cuando acabas en otro lugar, donde ignoras las costumbres, el idioma, el sistema de vida en general y no era tu intención acabar allí?

No sé que se siente al encontrarte en un lugar desconocido en contra de tu voluntad (por fortuna), pero Lester Knight Chaykin sí que lo sabe, tras teletransportarse por accidente a ese remoto planeta donde nadie entiende cuando dice que llega en son de paz y no por decisión propia.

La vida, que tanto nos aprieta, también nos ha enseñado que hasta en un ambiente de guerra y hostilidad, hay cabida para el amor, eso que dicen que es la fuerza más poderosa del universo. Y Lester también lo encontró, o más bien el amor lo encontró a él, personificado (o alienificado) en la figura de «Buddy«, quien no solo le libera de la prisión en la que se encontraba Lester tras haber sido capturado por la población local, también le ayuda a superar todos los obstáculos a los que se enfrentan para escapar sanos y salvos del lugar.

Another World, el videojuego producto de la genial mente de Èric Chahi, es el tumultuoso mundo donde nace la relación entre Lester y Buddy. Ellos no se conocieron en el colegio, ni tomaron unas cañas juntos, su encuentro fue bajo circunstancias de supervivencia, sin embargo ¿qué necesidad tenía Buddy de ayudar a Lester? Podría haberse ido por su cuenta y dejado allí a, lo que para él, es un alienígena intruso, débil y dependiente de protección.

Tal vez fuera un flechazo o la empatía inicial de haber compartido un tiempo en la misma jaula, pero una vez liberados gracias a la destreza del balanceo, Buddy indica a Lester que le siga, y así lo hará éste, le seguirá hasta el fin del mundo.

A lo largo del juego habrá que superar muchos puzles y aparte de la destreza mental, Lester contará con la ayuda de su nuevo amigo Buddy, pero… ¿solo amigos? Compartir celda insta a no dejar atrás a quien comparte tu desgracia, pero ¿hasta dónde estás obligado por norma social a colaborar? Buddy no le debe la vida a Lester, realmente no le debe nada, pero el juego nos muestra cómo está dispuesto a sacrificarse por él, hasta el final.

No puedo describir la angustia que me produjo el final de Another World, ese momento en que piensas «tranquila, todo irá bien porque va a acabar bien», y repites la frase una y otra vez en tu mente porque realmente, estás dudando de que vaya a haber un buen final. Teniendo en cuenta la época a la que pertenece y los recursos que había, Another World consigue darnos una trepidante narrativa y un final épico: